Rumbo a Turquía

Todo enfocado al turismo: hoteles varios, campings y multitud de restaurantes. Cuando regresamos José ha preparado una comida de estilo asturiano y damos buena cuenta de ella. Lo comprado ha sido un arduo regateo: por las carátulas me pedían 50 euros y se quedaron en 10; Enrique adquiere un CD de música rumana y de 40 euros se quedó en 5. Compramos unas pizzas parecidas al misimmel marroquí y pan de garbanzos para la noche. Continuamos hacia Bucarest con una espantosa lluvia pero alucino en colores ante el paisaje de los Cárpatos; ¡no los olvidaré en la vida! Realmente fantásticos por su soberbia grandiosidad, paisajísticamente es el recuerdo más hermoso que guardaré de este viaje. DIA 28 Gracias a Dios hace sol. Desde el camping cogemos un autobús que nos lleva al centro de la ciudad, todo tan roto y destrozado que me proporciona su visión una gran angustia y, aun así, sigue la gente viviendo dentro. Parecen que se van a desmoronar de un momento a otro, en los cristales no hay cortinas o están pintados o tienen papeles de periódico; muchos ancianos piden por las calles, hay gran cantidad de policías, un poco“chulitos”, basuras, destrucción... ¡¿qué han hecho con este hermosísimo país?! A pesar de tanta miseria, pues ya no es pobreza, hay muchísimos puestos de flores y pienso quién las comprará, ya que viendo el nivel de vida no creo que les sobre mucho para adquirir algo tan hermoso como una flor pero que, al fin y al cabo, hay que pagar por ellas. Las chicas vestidas a la europea con sus barriguitas al aire y sus camisetas de algodón, ponen color entre la tristeza de estas calles desangeladas y sucias. Comemos en un restaurante del Centro, mal servido y nos dan comida congelada (15 euros por cabeza me parece un latrocinio) aunque hoy me hubiera quedado sin comer para repartir el dinero.

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