Rumbo a Turquía

doy a Enrique mi vaso a escondidas; toda la noche lloviendo pero muy tranquilitos. DIA 16 Hace frío. Yo espero el calor asfixiante que tanto me gusta y el clima es más bien frío. Llegamos a Capadocia por un camino rural pues nos confundimos al ver una indicación de Avalos y, creyendo cortar camino, metemos la pata hasta el gorro. Llegamos a Avalos y estamos en Capadokia o Capadocia, cuya traducción es “La tierra de los caballos bellos”. Hemos entrado en la primera iglesia subiendo por unas escaleras terroríficas de madera, pero los frescos que hemos visto merecían la pena; hemos visto varias pero si hubiéramos entrado a todas las que nos apetecían nos hubiéramos dejado el presupuesto del resto del viaje. En el Valle del Zelme, viendo formaciones, me bajo y me llevo un susto de libro ¡entre las piedrazas, una serpiente horrible! ¡menudo susto! Estas formaciones, al parecer, se deben a que hay un volcán, hoy inactivo, el Erciyes, que dio lugar a las mismas. Al parecer, los habitantes vivían fuera de ellas durante la Edad Media pero cuando había conflictos bélicos, se refugiaban dentro; esto solía ocurrir en las ciudades subterráneas, donde hay pisos y pisos que se adentran en el interior de la tierra; justito donde hay menos luz es donde las pinturas están mejor conservadas. KAMIRAKLI y Ozkomak son dos buenos ejemplos, aunque hay muchas muchísimas. Pero lo que más me gustó fue el Valle de Goreme, sobre todo las chimeneas de las hadas, hoy convertidas la mayoría en palomares, aunque quedan algunas habitadas. ¡Qué me ha gustado Capadocia! Me quedaría un montón de días pero Macarena llama con la preocupación de las dichosas bombitas: hoy han muerto dos franceses en una playa cercana a Efeso; los sobrinos de los alicantinos también llaman insistiendo en el peligro. Realmente yo prefiero morir viendo Capadocia u otra cosa que me llene, que en la cama de un hospital enchufada a un suero; Enrique trata de

RkJQdWJsaXNoZXIy MTMxMjYy