Rumbo a Turquía

y compro tres con certificado de autenticidad; luego nos lleva a un parque donde hay muchos vendedores de cosas rusas y de iconos que según nos explica, expiden delante del turismo un certificado que es falso; nos cuenta que quiere salir del país a estudiar fuera pero que hay muchas mafias y no pueden salir por la noche; damos un paseo por el centro y nos despedimos de ella para coger camino hacia Serbia-Montenegro, ya que las inundaciones de los Balcanes nos desaniman a retornar por Rumania ,lo que me da una rabia inmensa porque pensaba recrearme en el país; llegamos a la frontera y pasamos con bastante rapidez. Cambiamos dinares y marchamos en dirección a Nis, por una bellísima carretera de montaña y horrenda de pavimento. Desde Nis, peaje hasta Belgrado por una autopista que es una carretera local en España y nos cobran 44 euros. Comemos en un restaurante de carretera, donde nos sirve un camarero que, debió hacerlo en el MAXIM de Paris, ¡menuda elegancia! En esta ruta había muchos sitios donde se podía pernoctar, las oficinas de peaje se llaman putarinas. Llegamos a Belgrado y te invade una sensación de tristeza, es una ciudad triste, con gente triste y poco amable; los que nosotros encontramos, por lo menos, hasta un guardia de circulación al que preguntamos sólo le faltó escupirnos; la parte del río sí que es bonita, putarinas por todos sitios en carreteras de tercero o cuarto,-o milésimo orden en España. Continuamos camino pues Belgrado no nos ofrece nada. Llegamos a otra putarina y el “putarinero” pretende cobrarnos 70 euros; le digo que no, que no pago, se pone a gritar y por señas Enrique le dice que silencio con las señas manuales usuales. Formamos una cola de libro, todo el mundo pita y de allí no nos movemos; al final tiene que salir, quitar a los coches que están detrás nuestro y así podemos dar marcha atrás. Volvemos a una gasolinera y por señas preguntamos; había unos austriacos que se quedan horrorizados e iban con caravana. Cambiamos unos 20 euros por dinares y volvemos a la putarina por otra entrada; al final 13 euros al cambio, ¡menudos chorizos! La carretera era un cromo, un

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