La ignorancia hace mucho daño. Tanto como llegar matar a una persona inocente. Así sucedió ayer en la explosión de gas registrada en la calle Cardenal Parrado. Las falsas creencias que abundan entre los ciudadanos a cerca de los efectos del gas butano impulsan a muchos a dejarlo escapar para ser víctimas de una muerte dulce. Pero la realidad es otra.
La consecuencia más probable de un escape de este gas es una explosión como la registrada ayer en Granada y no el fallecimiento de quien lo inhala. Simón Soriano, sargento del Cuerpo de Bomberos de Granada, criminólogo especialista en investigación de incendios y director de Seguridad, explicó ayer para IDEAL tanto los efectos que puede tener un escape de gas como las medidas de seguridad que se deben tomar en cuanto se perciba el olor del mismo. Y con ello, descarta numerosos mitos.
El primero y más importante es la toxicidad del gas butano. «No es tóxico en sí mismo. Lo que sí puede provocar es la asfixia de la persona por falta de oxígeno, pero que esto pase es algo realmente difícil por la cantidad de gas que es necesario que se acumule en una casa».
-Pero forma parte del imaginario popular la muerte dulce tras dejar el gas abierto...
-Sí, pero es falso. Para que una persona muera por falta de oxígeno en su vivienda, dejando salir el gas butano, tiene que darse una acumulación del 90% de gas en la estancia y eso, con una bombona de butano, en una vivienda media de 80 metros, es imposible. Es más, lo que sí es más probable es que se produzca una explosión. Ése es el verdadero riesgo.
-¿Qué hace falta para que por un escape de gas se produzca una explosión como la registrada en Cardenal Parrado?
-La presencia de cualquier energía. Puede ser originada por cualquier cosa. Algo que la gente desconoce, por ejemplo, es que la propia electricidad estática que genera el roce de la ropa puede desencadenar la explosión. También la activación de un electrodoméstico, cualquier chispa...
-¿Se encuentran los bomberos de Granada como muchos escapes de gas butano en viviendas?
-Muchísima gente abre el gas de la bombona de butano en casa con la creencia de que puede morir dulcemente. Aunque estos casos no trascienden públicamente, esa es la realidad por puro desconocimiento. El estado en el que queda la bombona cuando se deja abierto el gas es característico y nos indica que ha sido así.
-Entonces, ¿lo que ocurrió en Cardenal Parrado podría suceder con más frecuencia?
-Digamos que no ocurre en más ocasiones porque la suerte o el azar no quiere.
-¿Es seguro tener bombonas de butano en casa?
-Sí que lo es. Con las inspecciones periódicas obligatorias hechas en las instalaciones lo es. Otro de los mitos a desterrar es que las bombonas de butano explotan. Es imposible que el recipiente en sí, la botella, estalle. Las botellas de butano resisten 30 kilos por centímetro cuadrado de presión y las válvulas que tienen comienzan a liberar gas a 20 kilos por centímetro cuadrado. El dispositivo de seguridad se activa. Y tampoco puede registrar ninguna llama en su interior. El miedo de la gente al estallido de una bombona es falaz.
El fenómeno de la explosión es realmente curioso. Las leyes de la física y la química quisieron que en la onda expansiva de una explosión hundan las rejas de la casa ubicada frente al edificio siniestrado, que el ascensor sea despedido hacia la azotea y que los cascotes vuelen a 30 metros de distancia, pero que sin embargo, las tulipas de cristal de las lámparas del techo queden intactas. La explicación técnica quizá sea compleja.
Epicentro seguro
Pero no lo es tanto comprender cómo la persona que está más cerca del foco de la explosión sea la que menos peligro corre. Soriano lo explica de forma sencilla: «Las personas u objetos que se encuentren en el epicentro de la onda expansiva no sufre sus consecuencias. Las víctimas seguras están en los alrededores, en la trayectoria de la onda. Si te alcanza y tiene la potencia suficiente puede causar la muerte porque la persona se reviente por dentro. Aparentemente, por fuera están intactos. Pero no sus órganos internos».
En cuanto a la explosión, se puede pensar, por el estado en el que quedó el edificio de Cardenal Parrado, que la acumulación de gas fue mucha. Que la bombona estuvo liberando gas durante horas. Pero tampoco es así. Según explicó este experto, el estallido sólo se da en unos parámetros concretos, en un umbral de concentración. «Digamos que entre uno y ocho, si supera este último, no se produce la explosión. Es más, es más fácil que se dé con menos concentración de gas que con una gran cantidad del mismo», explica Soriano.
Probablemente, en Cardenal Parrado no llegase a salir mucho gas butano de la botella que manipulaba el inquilino. Pero sí lo suficiente como para que su vecina lo oliese y como para que provocase la tragedia.