Bueno, pues ya estamos de vuelta en Sevilla. No pude continuar con la crónica del viaje a Los Arribes porque la Wifi del camping Los Ibores tenía muy poco alcance y había que ponerse al lado de recepción para tener conexión.
En mi anterior intervención estabamos a punto de salir del camping de Pereña y dejé en el aire mis comentarios acerca de nuestra estancia en él.
En primer lugar quiero destacar la fantastica labor de Fernando, verdadero alma mater de la promoción turística de su pueblo: un chaval extraordinario, colaborador y amigable al 100%.
Por lo que respecta al camping, me gustaría señalar que no es lo mismo una estancia en él como simple campista que como miembro de una Webcampada organizada que cuenta con todo el apoyo y colaboración de las fuerzas vivas del pueblo. Siendo muy buenas la ubicación, el tamaño y distribución de las parcelas, el camping en general adolece de un deterioro y un descuido imperdonable imputable a los responsables municipales. En una breve charla con el alcalde, pude comprobar que la puesta en valor del camping no figura entre las prioridades inmediatas de la corporación. Creo que no tienen una idea clara del potencial turístico que puede suponer una correcta adecuación de las instalaciones con la consiguiente promoción del mismo en particular y del municipio en general.
Antes de marcharnos, compramos queso en casa de la señora Amable y vino en la Cooperativa. También comimos un día en El Legado de Enrique, un restaurante original e innovador.
En Los Ibores eramos los únicos ocupantes del camping y estuvimos perfectamente atendidos por Jose y Sagrario, todo amabilidad y dedicación. También en este camping se hace notar la falta de colaboración de la administración autonómica, propietaria del mismo.
Este desconocido rincón de la geografía extremeña es de una gran belleza natural. Visitamos Guadalupe y Trujillo. Degustamos sus platos típicos y sus quesos. El tiempo lluvioso no nos permitió hacer excursiones a pié y ver los castaños milenarios.