Hola a todos. Yo os voy a contar una historia con final feliz, para que veáis que todo el mundo no es igual. Mi hermano es veterinario. Pero por vocación. Se dedica, entre otras muchas cosas que son dignas de escuchar pero que me llevaría toda la noche contároslas, a colocar perros de las perreras para salvarlos. A uno de estos perros lo salvó con un mes y medio. No paró hasta encontrarle casa. Se trataba de una mujer que vivía sola, en mi pueblo, estaba convaleciente de una grave enfermedad y le interesó el animal. Mi hermano, como hacía siempre que colocaba un perro, le entregó el animal vacunado, desparasitado y en óptimas condiciones e hizo 300 kms. desde donde él vive hasta aquí para entregárselo. Nunca le ha importado perder dinero a cambio de una buena adopción. Tuvo el perro un mes más a su cargo, a biberón, porque la futura dueña tenía programadas unas vacaciones y no podía llevárselo. Hasta aquí todo bien. El animal era de raza de gran tamaño y mi hermano se lo advirtió en repetidas ocasiones, pero ella estaba convencida de que se lo quedaba. Al cabo de unos días, vimos a ZEPO ( ése era su nombre) con su nueva dueña y nos pareció que estaba encantada. Le había cambiado el nombre. Ahora era LAINO ( se pronuncia Laiño). Un día me llamó mi hermano preocupado porque quería que le ayudásemos a encontrar al perro. Había llamado a su nueva dueña para interesarse por él ( cosa que hace habitualmente ) y ésta le dijo que ya no lo tenía y que no recordaba a quién se lo había dado. Mi hermano le reprochó que no le hubiera llamado a él para devolverle el animal sea cual fuere el motivo que le llevó a renunciar a la mascota. Tras un exhaustivo peregrinaje por caseríos de la zona y muchas indagaciones, alguien llegó a la conclusión de que el perro que buscábamos podía ser uno que en los últimos días había ído pasando de mano en mano hasta dar con sus huesos en una perrera municipal. Fuimos al lugaren cuestión y allí estaba ZEPO, el pobre, lleno de mugre pero alimentado y contento...de momento. Y allí fue mi hermano a los municipales a pagar el rescate para volver a salvarle de la muerte por segunda vez. 150 euros del ala. Mi hermano vive en una casa que no reúne condiciones para tener un perro tan grande y volvió a ponerse a buscarle una buena casa. Hoy ZEPO tiene 7 meses, está enorme y vive feliz con una familia que le adora, como yo a mi hermano, por ser como es.
Me ha venido muy bien este post para contar esta historia y que sepais que en el mundo hay gente que, como él, vela por aquéllos seres que no en todas partes encuentran lo que mi hermano es capaz de darles.