kraus
Caminante
La víspera
Eran las 5 de la tarde cuando llegamos a nuestro campo base en la Pedriza. Hacía frío y las previsiones eran que la noche sería muy fría. Conecté el ordenador a la centralita meteorológica con la intención de hacer un registro continuo de temperatura. Brillaba el sol pero tan solo marcaba 1,8º.
No había planes para el domingo y a Marta solo le apetecía descansar.
En cuanto se fue el sol la temperatura empezó a bajar vertiginosamente y a las 20:00 marcaba -5,6º. Toc, toc. “Pasa y cierra rápido que se escapa el gato”. Era Arturo, un vecino del camping que quería preguntar si había planes para el domingo. “Nada, mañana no me muevo” contestó Marta.
Habíamos quedado para cenar en la mobil de los Afán, pero cuando llegara Fernando que este sábado le había tocado trabajar. Y llegó a las 21:30, cuando el termómetro marcaba -6,2º. “Perdona Fernando, pero no voy a cenar. De hecho, me voy a la cama, que estoy muy cansada”. Fernando quiso sabe si saldríamos el domingo pero Marta volvió a decir “no”.
Durante la cena quedé con Fernando que saldríamos a dar un paseo con el Kraus pero cuando el sol levantara, sin prisas.
Regresé a mi mobil a las 11:00, cuando el termómetro marcaba -6,8º. Marta estaba leyendo en la cama cuando sonó el teléfono, una llamada perdida de picapinos. “Seguro que quiere salir mañana, voy a ver si puedo hablar con él”. Me salí con el Kraus a las rocas de la parte superior del camping, el único lugar donde normalmente hay algo de cobertura. Pero hoy… ni una rayita.
Volví a la mobil, y me puse a resolver algunos sudokus para entretenerme. Cerca de las doce, bajé un poco el termostato de la calefacción y me fui a la cama, cuando el termómetro marcaba -7,6º.
Eran las 5 de la tarde cuando llegamos a nuestro campo base en la Pedriza. Hacía frío y las previsiones eran que la noche sería muy fría. Conecté el ordenador a la centralita meteorológica con la intención de hacer un registro continuo de temperatura. Brillaba el sol pero tan solo marcaba 1,8º.
No había planes para el domingo y a Marta solo le apetecía descansar.
En cuanto se fue el sol la temperatura empezó a bajar vertiginosamente y a las 20:00 marcaba -5,6º. Toc, toc. “Pasa y cierra rápido que se escapa el gato”. Era Arturo, un vecino del camping que quería preguntar si había planes para el domingo. “Nada, mañana no me muevo” contestó Marta.
Habíamos quedado para cenar en la mobil de los Afán, pero cuando llegara Fernando que este sábado le había tocado trabajar. Y llegó a las 21:30, cuando el termómetro marcaba -6,2º. “Perdona Fernando, pero no voy a cenar. De hecho, me voy a la cama, que estoy muy cansada”. Fernando quiso sabe si saldríamos el domingo pero Marta volvió a decir “no”.
Durante la cena quedé con Fernando que saldríamos a dar un paseo con el Kraus pero cuando el sol levantara, sin prisas.
Regresé a mi mobil a las 11:00, cuando el termómetro marcaba -6,8º. Marta estaba leyendo en la cama cuando sonó el teléfono, una llamada perdida de picapinos. “Seguro que quiere salir mañana, voy a ver si puedo hablar con él”. Me salí con el Kraus a las rocas de la parte superior del camping, el único lugar donde normalmente hay algo de cobertura. Pero hoy… ni una rayita.
Volví a la mobil, y me puse a resolver algunos sudokus para entretenerme. Cerca de las doce, bajé un poco el termostato de la calefacción y me fui a la cama, cuando el termómetro marcaba -7,6º.