Maravillosa Alemania, Verano de 2019

Martes 20/08/19 Me he despertado hecha un ovillo y encogida de frío. ¡Qué sensación más buena, sobre todo después de semanas intentando dormir en casa con el ruidoso aire acondicionado! Subo la persiana y veo poco ya que hay niebla bastante espesa. El río ni se ve. A las 08:00 ponemos una lavadora (el dueño nos dio hora, como el que pide cita en la peluquería). Lavamos, secamos y tendemos la ropa más delicada que se secará al sol gracias a que la niebla ha desaparecido. Salimos a las 10:30 y el termómetro del coche marca 16º. La primera visita de hoy es Hann. Münden. Una pequeña ciudad que hace años nos dejó alucinados, paramos cuando íbamos a Noruega y fueron las primeras casas de entramado de madera que vimos. Rodeada de 3 ríos, Münden quedó intacta tras la II guerra mundial, todas las casas del centro están en perfecto estado y es visita obligatoria. Hann. Münden Después de deambular por su centro histórico, nos marchamos a Kassel, si lo sé, Kassel no es precisamente nuestra favorita, pero tenemos hambre y nos apetece comer en l’Osteria. Esta vez pedimos 1 pizza (realmente mide 45 cm. de diámetro), un plato de pasta y uno de spaguetti de calabacín con verduritas y gambas. ¡Todo riquísimo! Esta vez pedimos 2 postres, un coulant de chocolate con helado de mango (¡¡¡espectacular!!!) y un tiramisú que está bueno, pero me da que en lugar de mascarpone lo han hecho con nata. Un par de cafés y nos damos una vuelta por unas galerías comerciales que están al lado. El objetivo real de volver a Kassel no ha sido el de comer en restaurante italiano, eso lo podríamos haber hecho en cualquier lugar, ya que hasta los pequeños pueblos tienen alguno, de hecho, casi hemos visto más restaurantes italianos que Biergarten. Volvemos al parque Wilhemshöle. Hoy hay pocos coches y se puede aparcar perfectamente. Tomamos caminito cuesta arriba hasta llegar al castillo Löwenburg. Decepción… Ni se puede visitar ni se ve bien, ya que hay una grúa inmensa y unas vallas lo rodean. ¡Está en plenas obras, que pena! Continuamos paseando y vemos las famosas cascadas de más de 300 años de antigüedad. Están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El agua que baja por ellas es más bien escasa. Por suerte compensa el magnífico parque de árboles gigantescos, verdes prados y lagos con patos y nenúfares. Decidimos no subir hasta Hércules, hay mucha cuesta y hemos caminado bastante. Volvemos al camping, recogemos la ropa y pasamos por la ducha que, por cierto, son nuevas y están geniales. Al salir me encuentro con nuestra vecina holandesa y charlamos un rato. Mientras preparamos la cena, la vecina se acerca y nos explica que las cascadas de Kassel solo funcionan los miércoles, sábados y domingos. ¡Con razón! ¡Y nosotros pensando que había sequía y por eso el caudal era tan escaso! Cenamos fuera bien abrigaditos y jugamos a las cartas, pero hace bastante frío y se agradece mucho meterse en la cama tapados hasta las cejas. Temperatura máxima 21º

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