- page 2

Los balcones de Pedraza y
sus ventanas tienen siempre
los geranios de guardia y el
castillo no tiene prisa, está
ahí ...... “desde siempre”,
según dicen sus paisanos .
Así, mientras los días de
diario la paz trae el silencio,
Pedraza tiene pequeños
placeres: el sonido de un lejano aserradero, el timbre de una
bicicleta, el goteo del agua en una fuente, los botes de un balón
con el que juegan los chavales. Notas extrañas para el visitante de
la gran urbe.
Los sábados y festivos, la Plaza Mayor se llena de forasteros
que hacen boca en tabernas y mesones, mientras en los asadores y
fogones se tuestan los corderos; también en la hostería que lleva el
nombre del pintor Zuloaga, un caserón donde tenía su sede la
Inquisición, y cuya fachada conserva el escudo de este tribunal.
Así, cuando llega la hora, por los comedores circulan calderetas
humeantes y peroles de barro que contienen corderos, cabritos y
lechones, entre sus jugos sin experiencia, pero con el sabor que da
una vida breve. Sublimes cabezas de cordero asadas, judiones y
natillas.
1 3
Powered by FlippingBook