Por
una
aérea
carretera
llegamos a Penne
donde paramos para
sacar la típica foto
con el castillo de
fondo. Como era
mediodía y hacía
mucho
calor,
bajamos hacia el río
y en una arboleda
situada junto a una base de canoas, (el camino hacia la misma empieza justo en el
puente de Cazals) montamos los bártulos para comer. Aprovechando que estábamos en
su orilla nos dimos un refrescante baño en las limpias aguas del Aveyron. Además de
este hay otro lugar de baño en el cercano Bruniquel junto al cruce de la desviación al
pueblo.
Bruniquel está situada en un alto coronado por un castillo, para llegar a él hay
unas cuestas del copón. Aparcamos sin problemas en el parking situado en la zona
media del pueblo. A partir de ahí todo era para arriba… Las muletas fueron la excusa
perfecta para sentarnos en una sombrita mientras que los más esforzados subieron hasta
el mismo. Una vez reagrupados, volvimos al coche. Paramos en la parte inferior del
pueblo, junto a la carretera, donde había un taller de soplador de vidrio en el que
trabajaban al unísono dos artesanos haciendo unas verdaderas maravillas.