Estuve varias horas viendo el museo y paseando por las
instalaciones. Lo que significaron los campos de concentración
en la Alemania nazi todos lo sabemos. Estar allí, ver la ropa
expuesta de unos presos, sus cubiertos, las mesas donde
escribían cartas a familiares (que nunca llegaban a su destino,
pues éstas eran destruídas) sobrecogía. Y sobrecogía el silencio
de todos los que paseábamos por allí, un silencio pesadísimo.