Por cualquier lado que el viajero entre en Guijuelo, allá en lo alto, como haciendo guardia, verá El Torreón.Muchas personas desconocen su origen, lo han visto ahí desde siempre y nadie se imaginaría a Guijuelo sin su «Torreón». Forma parte del pueblo y hasta en su Escudo se encuentra. No tiene ningún valor histórico, ni económico, ni turístico, es simplemente afectivo. Para el guijuelense El Torreón es suyo y ahí está.En realidad, no es más que el ábside o cabecera de una iglesia de estilo ojival. La parte que se conserva consiste en una edificación de granito y mortero de cal, con gruesas paredes, reforzados por contrafuertes, un arco de medio punto decorado con medias esferas y parte de la bóveda, también de granito. Sus características son análogas a las cabeceras de las iglesias de Fuenterroble, Salvatierra y el Guijo, lo que hace pensar en la intervención de las mismas de un arquitecto común. El resto de la edificación era de pizarra y mortero, los ángulos en granito, así como la torre que estaba al Oeste como la mejor tradición de los edificios religiosos, tenía también la finalidad de resguardarla de los vientos dominantes, por lo que también la puerta de entrada, así como la sacristía estaban situadas al mediodía. Por lo que hemos podido averiguar la construcción de esta iglesia se realizó por la Infanta doña Catalina, hermana del rey don Juan II, que era señora de Salvatierra, por el año 1425. Esta señora lo recibió como dote al nacer el señorío de Salvatierra, casándose en el año 1420 con el Infante don Enrique de Aragón, que tuvo gran participación en las luchas del reinado de Juan II, como enemigo de don Alvaro de Luna, favorito del rey. El matrimonio fue como intento de apaciguar al revoltoso Infante, sin que lograra su sumisión. Don Enrique fue acusado en las Cortes de Madrid de 1421 de tratos con el rey moro de Granada y puesto en prisión confiscándose sus bienes. La Infanta huyó entonces a Valencia buscando la protección de su cuñado Alfonso V de Aragón. La vención del rey aragonés cerca de Juan II logró la lealtad de don Enrique y la devolución de sus posesiones. Vuelta la Infanta a Castilla ordenó la ampliación la Iglesia de Santa María de Salvatierra y la construcción de la iglesia del Torreón a la que se Nuestra Señora de la Misericordia. Esta iglesia por su elevada situación, expuesta a dos los vientos, sufría grandes deterioros, unido a que resultaba molesta la subida y algo alejada del pueblo, obligó a pensar en hacer otra en el casco urbano. Para Guijuelo «El Torreón» es su sello de identidad, sin él no se distinguiría de cualquier urbe industrial más o menos moderna. Por ello los técnicos que elaboran Planes de urbanismo tratan de salvar el Torreón y su entorno como algo sagrado.