Un recorrido por la memoria

Francia, Luxemburgo y Bélgica, un recorrido por la memoria 239 LA ROQUE GAGEAC - Región: Aquitania (Francia) - Departamento: Dordoña - Distrito: Sarlat-la-Caneda - Habitantes: 412 - Altitud: 57,46 metros sobre el nivel del mar - Ubicación 44°49′38″N 1°11′00″E Office de Tourisme Le Bourg - 24250 LA ROQUE-GAGEAC Tél/Fax : +33 (0) 5 53 29 17 01 Mail : lrg@sarlat-tourisme.com GPS : 44.82638 x 1.180645 La Roque-Gageac es una localidad francesa situada en la región de Aquitania, en el departamento de Dordoña. Ubicado al pie de un acantilado, a orillas del río Dordoña, goza de un clima muy similar al mediterráneo. Un pueblo al pie de un acantilado La Roque-Gageac es tan antiguo como misterioso. Este poblado situado a los pies de un acantilado ha estado ocupado por seres humanos desde la prehistoria. De la época galo-romana, quedan los vestigios de una antigua vía y el emplazamiento de una villa, así como un pozo romano en un estado impecable. La ocupación que se conoce del lugar es, sin embargo, menos distante, ya que sucede alrededor del año 849 con la llegada de los normandos al Périgord. Época de invasiones, vikingos, con sus drakkars navegando por el Dordoña, todavía quedan los antiguos fuertes construidos en el acantilado por los habitantes del poblado para protegerse de estos últimos. Otros vestigios de esta época son los recintos con casas fortificadas, que hicieron de Roque-Gageac una verdadera fortaleza. Este asentamiento realmente fortificado resistió las hostilidades entre franceses e ingleses. Solamente las puertas permitían el acceso al pueblo. Durante la edad media, La Roque-Gageac tenía aproximadamente 1.500 habitantes. En aquella época, la región de Dordoña vivía de los pescadores y trabajadores del puerto. La Roque-Gageac estuvo, durante mucho tiempo, regida por el abad, el que sería después obispo de Sarlat. La iglesia parroquial se encontraba en San Donato (a 1,5 km), mientras que hasta el Siglo XIV el pueblo solamente poseía una capilla sencilla. Es en aquel preciso instante cuando el pueblo ampara la residencia secundaria del obispo de Sarlat, para asegurarse su propia seguridad. Esto hizo que nobles y burgueses vinieran a establecerse en la ciudad episcopal, atrayendo a los ricos, letrados, eruditos, y sabios. La Guerra de los Cien Años interrumpió esta paz en la ciudad, pero en el Renacimiento volvió a la calma. En aquellos tiempos, la ciudad se embelleció de almenas en lo

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