Francia, Luxemburgo y Bélgica, un recorrido por la memoria 241 ambiente de la OCDE, reagrupando doce variedades de palmeras, de adelfas, cactus, naranjos, limoneros, etc. René Deushère es, a día de hoy, el propietario del acantilado. Tercer pueblo mas bello de Francia La Roque Gageac está catalogado como el tercer pueblo más bello de Francia por la Asociación de los pueblos más bellos de Francia. Este pintoresco poblado se encuentra “colgado” al pie de un acantilado, arrinconado entre éste y el río Dordogne, en el departamento de Dordoña. Este pueblo supone el lugar ideal para una escapada con el fin de desconectar ya que su curiosa belleza te atrapa y te envuelve para que olvides todas tus preocupaciones durante tu estancia allí. Los restos de piedra tallada encontrada en el lugar indica que La Roque Gageac ya estaba habitada por seres humanos durante la prehistoria. De la época galo-romana se conservan los restos de una antigua vía, la ubicación de una villa y un pozo romano perfectamente conservado. Este pequeño pueblo es realmente precioso. Puedes pasear por el paseo que bordea el río, admirando las casas que se amontonan hacia arriba, o pasear por las callejuelas que cruzan el pueblo deleitándote de la fisonomía de sus casas tradicionales y sus palacios de piedra. Desde lo más alto de La Roque Gageac, la fortaleza neogótica La Malartrie, te observa impávida desde su privilegiada posición y dominando todo el terreno. Si el tiempo invita se puede dar un baño en el río ya que el entorno es maravilloso y se disfruta del agua limpia y cristalina acogido por la visión del pueblo, los acantilados y el valle. Existen un par de empresas que operan con pequeñas embarcaciones que navegan por el río hasta el castillo Castelnaud. Con una audioguía se puede realizar este recorrido bien informado sobre lo que se ve: el castillo Malartrie, el castillo Marqueyssac, el castillo Lacoste y, finalmente, el castillo Castelnaud donde el barco da la vuelta para su regreso al pueblo. La Roque Gageac no goza de demasiada animación en sus calles por lo que es ideal para gozar de una escapada de recogimiento, de reflexión, para encontrarse a uno mismo o para una aventura absolutamente romántica.
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