Viaje por Alsacia y ruta romantica

13 Capítulo 2 Lunes 6 de agosto (Duna de Pilat – Oradour sur Glane, 282 Oradour sur Glane, 282 km) "Oradour-sur-Glane es el símbolo de todas las calamidades que sufrió el país, la memoria se debe mantener viva para que una tragedia igual nunca más vuelva a suceder..." (Charles de Gaulle) El Pueblo Mártir de Oradour-sur-Glane, lugar de visita obligada contra el olvido en cualquier viaje que se haga por Francia, es como una ciudad fantasma parada de por vida el 10 de junio de 1944. Este es uno de esos lugares que al ser nombrado trae de inmediato recuerdos estremecedores en todos aquellos que saben lo que en él ocurrió. Han pasado ya más de seis décadas pero hay historias que sobreviven al discurrir del tiempo. Hay lugares cuya conservación es una obligación moral para que todo el mundo sepa, y nadie olvide jamás, lo que el hombre es capaz de hacer en nombre de no sé qué principios e ideales. Oradour-sur-Glane es un claro ejemplo de estos lugares. Lo que en su día fue una villa llena de vida, hoy es una dramática escenificación de la sinrazón y la barbarie. Un pueblo en ruinas y un museo al aire libre del horror del nazismo. Ya durante la Primera Guerra Mundial 97 jóvenes de la villa habían caído durante la contienda. Había sido un golpe durísimo para esta pequeña villa. Durante los siguientes quince años, el pueblo había hecho todo lo posible por reponerse y crecer a nivel cultural, comercial y de infraestructuras; había conseguido lograr una posición próspera. Construida a orillas del río Glane, el pueblo de Oradour era el lugar elegido por muchos excursionistas de Limoges para pasar los fines de semana o los tranquilos días de vacaciones, su privilegiado enclave y su creciente actividad la convertían en un lugar paradisíaco para los visitantes ocasionales. Sus casi 700 habitantes no formaban parte de ninguna organización de la resistencia francesa, sólo se dedicaban a trabajar en las granjas y en otras ocupaciones rurales. Oradour-sur-Glane se había convertido también en refugio de algunos republicanos españoles que habían huido después de la Guerra Civil. Además de éstos, vivían varias familias refugiadas judías que habían venido de Auschwitz y que habían elegido el pueblo para afincarse en él debido a la hospitalidad de sus habitantes y a la prosperidad que por entonces tenía el pueblo: Ayuntamiento, 4 escuelas, oficina de correos, estación de ferrocarril, cafeterías, tiendas, pastelería, ferretería, iglesia, un mercado de ganado todas las semanas, hotel, médico, dentista... Todo un lujo en la Francia ocupada. Los domingos su pasatiempo favorito era la pesca en el río Glane. Oradour era una idílica isla dentro de un país ocupado y destruido por los alemanes. La actividad social de los lugareños pasaba por los cafés donde se informaban de las últimas noticias de la guerra a través del diario que llegaba de la ciudad de Limoges. Esta forma de vida la supo mantener hasta el mismo día en que este pequeño pueblo inocente, del que muchos franceses ni siquiera habían oído hablar, fue literalmente borrado de la superficie de la tierra y entró de lleno en la historia por obra y gracia de la barbarie y el horror. Sábado 10 de junio de 1944, el pequeño pueblo del centro de Francia que no había sido tocado por la guerra, ha despertado con un día soleado y tranquilo. Hoy se distribuye el tabaco entre los hombres y eso se nota en su ánimo, están muy contentos e impacientes por recibir su pequeño regalo semanal. Pasado el reparto, Oradour dormita al calor del mediodía, es la hora de la siesta. En las casas, casi todas las persianas están bajadas. Son pocos los que transitan en sus tranquilas calles. Son las 13:30h y todo parece normal. Sentados en uno de los cafés del pueblo, el Alcalde y algunos vecinos del pueblo charlan amigablemente. Han pasado cuatro días del Desembarco de Normandía y por toda Francia se respira un aire de alivio. Parece que habrá un pronto final para la guerra. En Oradour no se ha cambiado ningún hábito, ninguna rutina diaria.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTMxMjYy