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Jornada 11 Amsterdam 20 km (martes 8-8-2006)
Después de toda la noche lloviendo, amaneció y dejo de llover. Desayunamos y decidimos ir a Amsterdam en coche,
concretamente a la estación Central y dejar nuestro querido Peugeot en un parking público que nuestro inseparable
Tomtom nos localizó. Llegamos y aparcamos el coche, el precio era de 3 euros la hora. Nos santiguamos y dejamos el
coche. Allí había matriculas de coches de toda Europa. La ciudad es muy peculiar, a la vez que hermosa con unos
canales, mejor dicho multitud de canales atravesando la ciudad. Comenzamos andando casi sin rumbo fijo, mirándolo
todo y observando la arquitectura típica de las casas
holandesas, los cientos de ciclistas y la animación que
se respiraba en el ambiente. Hay multitud de tiendas
de todo tipo, restaurantes, cines, teatros, museos y por
supuesto los famosos Coffee Shops donde te venden
y puedes consumir a drogas blandas de forma
totalmente legal. Paseamos por el distrito rojo,
llamado así por la cantidad de luces rojas que hay por
allí. La atracción principal consiste en pasearse por la
zona y rápidamente se empiezan a ver unos
escaparates donde las prostitutas están en ropa
interior, unas se están peinando, otras bailando,
hablando por el móvil, limándose las uñas, en fin
cada una a lo suyo, pero expuestas al público sin
cortarse ni un pelo. Nuestra hija decía que estaban
vistiéndose para irse a una fiesta. La gente pasea por
allí sin ningún problema, con niños pequeños como es
nuestro caso, la zona esta fuertemente vigilada por
cámaras de televisión y policía con lo cual nadie se
mete con nadie y todo el mundo va a su rollo, se respira un ambiente extraño, pero a la vez tranquilo. Por cierto no se
pueden hacer fotos ni grabar en video por esta zona, existen cantidad de carteles y letreros recordándotelo y es mejor
hacer caso, por que puede venir un macarra de aquellos que había por ahí y tirarte al canal. Lo mejor es pasear y mirar y
el que quiera pues ya sabe.
Otro lugar con mucho encanto es la plaza Dam que holandés significa dique. Esta gran plaza es lugar de encuentro y
celebraciones para los habitantes de la ciudad, esta llena de mimos y titiriteros buscándose la vida, en esa plaza esta el
antiguo ayuntamiento, convertido en Palacio Real y además esta realmente atestada de palomas. En esta ciudad también
conocimos el colmo de la comida rápida, la
comida
ultrarrápida.
Existían
unos
establecimientos llamados FEBO (en Internet
hay información) en los que entrabas y te
encontrabas con unos expositores verticales
como si fueran buzones de una comunidad de
vecinos, pero transparentes, detrás había un
cocinero reponiendo constantemente. Había
hamburguesas, y unas especies de croquetas
grandes con nombres rarísimos de leer y más
de pronunciar, en fin todo tipo de guarrerias y
comida basura. Pues bien, los precios variaban
entre 1 a 3 euros, tu veías una hamburguesa
que te entraba por los ojos, echabas dos euros
en una ranura de monedas y podías abrir el
buzón, sacabas tu hamburguesa y te la comías.
Sin colas sin esperas de ningún tipo. En
Amsterdam también existen como en Paris los
Barcos Bus, sacas un ticket de unos 15 euros y
podías subirte en la red de barcos-Bus que
surcaban los canales con paradas en los
principales lugares de interés turístico. Además de tener una perspectiva distinta de la ciudad desde el agua. Ciertamente
es una ciudad alegre, bulliciosa, muy pero que muy marchosa, donde reina el total respeto entre unos y otros y nadie se
mete con nadie. Había gente por la calle con verdaderos pedos sujetándose los unos a los otros y sin meterse con nadie,
por supuesto bajo la atente mirada de mas de un policía de paisano o de uniforme. Ya por la tarde nos dirigimos hacia la
estación central a coger nuestro coche, estuvo 7 horas en el parking nos cobraron 21 euros. Pusimos rumbo hacia el
camping para cenar en condiciones, un buen puré de verduras y carne con unos huevos con patatas fritas en aceite de
oliva para la pequeña. Y unos callos de lata con una ensalada fresca y unas copillas de vino para nosotros. Un poco de
tertulia, mientras la pequeña veía una película en el DVD portátil, recordando las calles de Amsterdam y decidimos que
volveríamos al día siguiente pero de noche. Por cierto toda la noche lloviendo
Plaza Dam. Ámsterdam.
Paisaje urbano. Amsterdam
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