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Como el Monasterio no abre hoy, nos tomamos un café con unos
pastelitos de Belem, cosa que recomiendo, no hace falta esperar la cola de
la calle, entra en la cafetería, que es más grande de lo que parece, tomas
asiento en una mesa y el camarero hará el resto.
Terminada la delicia del día, os contaré algo que me pareció
significativo, bien sea porque siempre hemos mirado un poco por encima del
hombro a los lusos, o esa es mi opinión, o porque aquel turista energúmeno y
español para nuestra vergüenza se pasó tres pueblos; pero vamos a la
anécdota, empezó a llover y la parada de autobuses y tranvías estaba
atestada de gente, llegó el autobús que esperábamos y una vez arriba tras
nosotros viene un "señor" con un carrito de bebé, el Conductor le pide que
por favor pliegue el carrito y coja al bebé en brazos, dado que hay
muchísimo público. Obvio las contestaciones del "turista", pero si un turista
portugués o de cualquier otra nacionalidad me trata la mitad de mal que
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