Acabo de volver de una kedada, y he coincidido con una abuela de 87 años, rodeada de toda su familia, salíendo con todo su joven espíritu. Eso es lo que me hubiera gustado tener a mi, poder compartir con el abuelo lo que hemos disfrutado nosotros, la alegría, la amistad, comida y bebida, salidas...