En primer lugar, bienvenida al foro.
Al parecer, tenéis exactamente el mismo "problema" que nosotros. Os encanta la montaña y tenéis dos niños; los vuestros de 4 y 6, los nuestros de 5 y 8.
Te cuento nuestra experiencia. Nosotros no hemos dejado nunca de salir al campo, nos encanta a toda la familia. Cuando nació el mayor, nos agenciamos una mochila de paseo en la que el niño se pegaba unos paseos (y unas siestas) de no te menees a costa de las espaldas de sus padres. Cuando nació el pequeño y éste heredó la mochila, el mayor (que entonces ya tenía 3 años), empezó a hacer sus pequeñas rutas.
El verano pasado, estuvimos en Aigües Tortes con rutas bastante más serias y nos sorprendieron gratamente. Hicimos un par de "grandes rutas". La primera fué la subida por la Ribera de San Nicolau, desde el aparcamiento de la carretera de Caldes de Boí. No nos fijamos un objetivo, ya que era todo subida. Decidimos ir al ritmo de los niños y llegar hasta donde mostraran signos de cansancio, descansar allí un buen rato y bajar. Pues bien, nuestros muchachotes consiguieron llegar hasta el Planell de Aigües Tortes: 6,5 Km de subida, salvando un desnivel de 550 mts. Allí comimos, estuvimos retozando por las praderas durante 2 horas, el pequeño se cayó al río y comenzamos el camino de vuelta, éste mucho más fácil, ya que era cuesta abajo. ¿Podéis creer que cuando llegamos al cámping, su madre y yo estábamos destrozados y en cambio los niños se pusieron a jugar al fútbol con otros niños del cámping?. ¡ Increible pero cierto !.
Dos días después hicimos la subida desde Caldes de Boí hasta hasta el embalse de Cavallers. Otros 3 Km de subida (y sus correspondientes de bajada), con 300 mts de desnivel. Lo mismo que el día anterior, una ruta superentretenida, con los niños intentando encontrar las nutrias en el río (vimos 2), los tritones en las pozas de agua, los quebrantahuesos en el cielo...
Yo creo que el truco está en ir a su ritmo, no fijarte un objetivo, parar cuanto haga falta, y sobre todo fijarte mucho en ellos. Si los conoces bién (entiendo que es así), sabrás darte cuenta de los más ligeros síntomas de cansancio en ellos. Entonces parad, descansad e iniciad el regreso.
Nosotros también queremos volver a Ordesa, esta vez con los niños. No sé cuando será, pero te aseguro que lo haremos.
Mientras tanto, para matar el gusanillo, hacemos otras rutas más cercanas y sencillitas, pero que les vayan sirviendo de entrenamiento. Hace dos fines de semana estuvimos en Ocentejo (Guadalajara) en el Alto Tajo, haciendo la ruta del Hundido de Armallones hasta las salinas de la Inesperada, y ayer volvimos de Valverde de los Arroyos, también en Guadalajara, haciendo la ruta hasta las chorreras de Despeñalagua.
Bueno, no me enrollo más.
Saludos desde Alcalá de Henares.