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(Evocar el tema me ha hecho recordar el libro de Bergamín, que acabo de encargar en su lengua original. Es pronto Navidad... )
Era algo por ese estilo lo que pensaba como comentario. Pero pareciera dominar una tendencia, cómo decirlo, una cierta preferencia al sí o no, cero o uno, blanco o negro. Una comodidad excluyente de lo que pueda estar entre los dos.
El aburrimiento de la ostra produce perlas... ¿Es verdaderamente tan positivo como pareciera a primera vista? Que me perdone el maestro Bergamín. Es cierto que el exceso de optimismo es difícilmente criticable. En cualquier caso la ostra necesita tiempo y ciertamente un esfuerzo, aunque no sea lo más evidente. Al menos para nosotros.
El exceso, mejor dicho la superabundancia de información no facilita necesariamente la comunicación. Puede constituir incluso una inesperada forma de alienación. O de censura. Autocensura.
Y ese mismo torrente textual y audiovisual tiende a no dejar ni espacio ni tiempo para el aburrimiento. El aburrimiento, digamos, creativo. Ese que no quiere pensar con un límite de ciento cuarenta signos.
Así va la vida.
Atención.
Ruego que nadie tome esto por más de lo que es, es decir nada más que una breve reflexión general. Frente a una susceptibilidad a veces algo elevada que me parece detectar de cuando en vez por estos lados (a la cual no escapo tampoco completamente), creo preferible agregar esta nota.
Lo pedí el 25 del mes pasado. Después de quince días de viaje por caminos que imagino polvorientos y llenos de peligros e intemperies hostiles, ayer, sábado, un jinete extenuado golpeó a mi puerta para entregarme el paquete desvencijado que contenía el ansiado texto. En perfecto estado.
Debe haber sido algo así porque desde Holanda, desde Alemania, en dos, tres días recibo casi cualquier cosa. Es cierto que en este caso hay que atravesar los Pirineos...
Antología
José Bergamín Editorial Castalia
Edición de Gonzalo Penalva Candela
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