Ilis
Participativ@
BASTA YA
Segarlo es un rollo, se puede evitar rociando bien el jardín con aceite del motor. Durante los meses de invierno se le puede echar sal gorda, con lo cual además se derrite la nieve.
Si prefieres un césped vivo, repuéblalo con ortigas, que son muy lucidas y requieren menos cuidados que el césped normal. También se ponen más feas en invierno. No se muy bien cómo se cultivan las ortigas. Las semillas no se encuentran el los viveros. Pero lo que yo le hago a mi césped me da un resultado buenísimo. Lo que le hago es lo menos posible.
Cuando ya no te quede más remedio que segar la hierba, hazlo llevadero a base de pasarte a tomar una cervecita cada dos por tres y de echarle mucha fantasía. Cada brizna de césped puede ser uno de los guaperas de “Corrupción en Miami” ¡ahí va la cabeza de Sony!; lo malo es que ya no me acuerdo del nombre del otro. También puede ser algún actor de cine: ¡toma, Richard Gere!, ¡ahí cae el Imanol!, ¡ahora le toca al Redford!. Tal vez puedas imaginarte que el cortacésped es una gigantesca desbrozadora todo terreno abriendo camino en la selva del Amazonas a Juan (o como te llames) Soltero, el hombre más rico del mundo en cuya plantación de un millón de hectáreas se cultivarán hermosas jovencitas. Una de ellas, por cierto, acaba de comprar la casa de al lado (mis vecinos y sus niños han tenido que mudarse repentinamente a Cuenca). Es rica de cuna, parece hermana gemela de Pastora Vega y se te acerca, porque te ha visto segando el césped preguntándote: “¿Te sobra algo de crema solar?”, mientras le miras su reducido bikini.
Cuando hayas acabado de segarte los pies con la máquina y hayas saludo del hospital, lo que tienes que hacer en la próxima ocasión es darle veinte euros al hijo de los vecinos para que te pase él la segadora.
Por la vida, ilis
Segarlo es un rollo, se puede evitar rociando bien el jardín con aceite del motor. Durante los meses de invierno se le puede echar sal gorda, con lo cual además se derrite la nieve.
Si prefieres un césped vivo, repuéblalo con ortigas, que son muy lucidas y requieren menos cuidados que el césped normal. También se ponen más feas en invierno. No se muy bien cómo se cultivan las ortigas. Las semillas no se encuentran el los viveros. Pero lo que yo le hago a mi césped me da un resultado buenísimo. Lo que le hago es lo menos posible.
Cuando ya no te quede más remedio que segar la hierba, hazlo llevadero a base de pasarte a tomar una cervecita cada dos por tres y de echarle mucha fantasía. Cada brizna de césped puede ser uno de los guaperas de “Corrupción en Miami” ¡ahí va la cabeza de Sony!; lo malo es que ya no me acuerdo del nombre del otro. También puede ser algún actor de cine: ¡toma, Richard Gere!, ¡ahí cae el Imanol!, ¡ahora le toca al Redford!. Tal vez puedas imaginarte que el cortacésped es una gigantesca desbrozadora todo terreno abriendo camino en la selva del Amazonas a Juan (o como te llames) Soltero, el hombre más rico del mundo en cuya plantación de un millón de hectáreas se cultivarán hermosas jovencitas. Una de ellas, por cierto, acaba de comprar la casa de al lado (mis vecinos y sus niños han tenido que mudarse repentinamente a Cuenca). Es rica de cuna, parece hermana gemela de Pastora Vega y se te acerca, porque te ha visto segando el césped preguntándote: “¿Te sobra algo de crema solar?”, mientras le miras su reducido bikini.
Cuando hayas acabado de segarte los pies con la máquina y hayas saludo del hospital, lo que tienes que hacer en la próxima ocasión es darle veinte euros al hijo de los vecinos para que te pase él la segadora.
Por la vida, ilis