Una vez descansados, volvimos otra vez a la plataforma a tomar un café
en una de sus terrazas, para después continuar con el coche hasta el
pueblo de Heiligenblut, final del recorrido de la Hochalpenstrasse.
El pueblo se limita a cuatro casas y a una multitud de tiendas. Su
atractivo, aparte del paisaje, es su iglesia con el campanario.
Desde allí dimos la vuelta por el mismo recorrido, pero parando en
aquellos lugares señalados en el folleto que no habíamos visto en la ida.