Para “descansar” de tanta
visita fuimos a la zona comercial:
Rue Confederation, Marché, Croix
d´or, calles llenas de gente y
tiendas para regocijo de nuestras
señoras y paciencia nuestra..
Concluido
el
paseo,
cenamos en un puesto de la feria;
los había a montones, de todo tipo
de comida para elegir. Después de
cenar y cansadísimos de toda la jornada pateando (ya no tenemos 25 años) nos sentamos
para esperar los fuegos artificiales.
Mientras estábamos sentados veíamos una marea humana que se dirigía hacia la
rada para ver los fuegos. Creo que medio Suiza y alrededores estaban por allí viendo los
fuegos, ¡ Cuánta gente!.Los fuegos fueron una auténtica pasada, duraron una hora y se
lanzaban desde varios sitios a la vez. No me extraña que tuvieran tanta fama.
Ginebra nos pareció lo menos suizo de Suiza , quizá porque eran fiestas, y hacía
cierta suciedad entre los puestos quizá por el gentío quizá por la mezcla de razas... es un
poco lo contrario de lo que uno piensa de Suiza, algo parecido como sucede con
Rótterdam y Holanda. A las doce llegamos al cámping hechos un cristo del palizón
festivo-cultural.