Tras la visita nos dirigimos a los jardines secretos pero llegamos justo cuando
los cerraban (creo que eran las 6 de la tarde) por lo que fuimos a dar una vuelta por
Annecy. Al poco de la llegada nos sorprendió una tormenta feroz, menos mal que
estábamos refugiarnos en una cafetería que si no...
Annecy es una ciudad de postal, preciosa, llena de flores y tiendas, con
muchísima gente, que al contrario de otros lugares franceses, continuaba por la calle
hasta bastante tarde. Con un ambiente increíble. De nuevo empezó a llover y nos
dirigimos al camping a cenar.
En el camping había muchas cuadrillas de franceses que estaban de sobremesa,
pero eso sí a las 11.30 todos estaban callados, respetando la norma de silencio nocturno.