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RELATOS Y LEYENDAS
A modo de Prólogo
No es fácil hablar de una persona cuando ya no está entre nosotros y menos aun
sin haberla conocido personalmente, por eso he recurrido a nuestros buenos
amigos comunes en vida de José y compañeros también del foro Webcampista, el
matrimonio Jalega, pidiéndoles unas líneas en la introducción de este relato
dedicado a José Filgueiras.
Jacinto y Celia me envían las anécdotas de dos momentos que compartieron con él
y que transcribo a continuación con el deseo de que estas líneas sirvan de recuerdo
de quien fue asimismo compañero nuestro en éste foro. Mi agradecimiento
también para ellos.
“Las dos anécdotas ocurrieron en Villamañán, no sé si una fue en la Matanza y la
otra en la Vendimia o al revés, aunque ese detalle no tiene importancia, lo importante
es resaltar el buen sentido del humor de José y cómo era persona que le gustaba
hablar y compartir con los amigos.
Una tarde, tomando café en el pueblo de Villamañán, José me contaba cómo él
pensaba que había contraído su cáncer.
La historia eran unos relatos de “la guerra de África”, en la que él había participado.
Había dormido durante mucho tiempo en unos barracones con el tejado de uralita y
según él, esto había contribuido al cáncer.
Seguía contando relatos de “la guerra de África” y yo no tuve más remedio que
decirle, sin tener en cuenta que José era portugués, - ¡Perdóname José!... pero la
guerra de África fue en Marruecos en 1.909 y no creo que tú estuvieras por allí....
José me contestó: ¡Perdóname Jacinto!... soy portugués. Mi guerra de África fue en
Angola sobre los setenta y sí estuve por allí.... y los dos nos echamos a reír un buen
rato.
Otra tarde que volvíamos de un paseo por Villamañán y caminábamos por el arcén
de la carretera de vuelta al camping. Celia y Concençao (no sé si se escribe así el
nombre) delante iban como a unos 50 metros de nosotros y José y yo caminábamos
despacio. La noche se nos empezó a echar encima y teníamos que tener cuidado con
los coches en la carretera. Yo caminaba en el lado izquierdo cuando un coche que
venía de frente a nosotros encendió sus luces largas y nos deslumbró a la vez que nos
salimos del arcén, hacia el campo, con tan mala suerte que yo me caí en una
alcantarilla de las que hay en los bordes de los arcenes... ¡me colé hasta la altura del
pecho!... José no se dio cuenta y comenzó a llamarme...” ¿no sabía cómo habías
desaparecido? me decía después...Desde la alcantarilla yo le llamé, se acercó, me fue
a tender la mano para sacarme y me dijo: - espera que busque a alguien porque sino
con este cuerpo mío me voy a meter ahí contigo.
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