Volvimos a Montreux y tras pasear por sus desiertas calles comerciales
(seguíamos sin acostumbrarnos a que a las seis se acaba la vida), nos
acercamos al casino y a rendir tributo a la estatua de Freddy Mercury, célebre
vecino de esta población.
Nos sorprendió mucho el edificio del mercado iluminado. Espectacular.