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mucho más que un foro

Club Brujas Locas

Sidra, que yo quiero a Pepe, y por respeto a el, no he abierto cava, lo abriremos cuando nos veamos.

Buenas noches a tod@s. Sidra un beso guapa.
 
Buenos dias brujis, que tal la noche Abuelita y Lali.

Abuelita, tu no te preocupes por Pepe, el deporte es el deporte, y cuando le toca al el equipo de uno ganar lo que hay que hacer es celebrarlo por todo lo alto, y vosotros este año lo teneis merecido y habeis trabajado mejor que el madrid.Un beso para los cules de tu casa, en especias para Aleix que a noche estaria como loco con los goles.
 
Buenos días a todos.

Sidra, estos días tengo en casa un cule-cule, Valeri, que llego el martes y se va el domingo.
 
Bueno Abuelita, pero si vio el partido en casa, estaria animando a Aleix, valla ambientazo que tendrias.jajajaa
 
Hooooola, queridas mías, acabo de llegar a casa y entro a saludaros..... voy a hacer la comida, que hoy no me viene el infernal, pero sí la txiki-bruji, que tienen huelga de comedor..... así que.... gero arte eta musutxus!!!!!!!
 
¿Abrir cava cuando ganan???? Y cuando pierden también, jajajajajaj, así que a prepararse!!!!!!!!!

Musutxus, queridas mias..... que al fabulista le tenemos de familia.... ah, bueno, y a la abuelita también!!!!!! Más trabajo que te va a dar el jodío, jajajajajaj
 
Hola brujis,como se nota que tenemos al personal de fiestas, entre el fabulista, la discotequera,la Abuelita con su niño grande de fiesta por casa, el castillo esta triste.
 
Alegraos el ojillo, jamías............
 

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Sidra, cariño, justo estaba colgando el strepper... buenas noches a todas

Musutxus
 
Muy bueno, pero muy malo a la vez, pues ya no tenemos edad para la imaginación, prefiero que me lo enseñen tal cual.
 
La vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, has de sentirla. Es como el caminar por una cuerda floja.
En manos del destino
Un gran guerrero japonés llamado Nobunaga decidió atacar al enemigo pese a tener sólo una decima parte de los hombres de que disponía este. El sabia que la victoria sería suya, pero sus soldados dudaban.
De camino, hicieron una parada en una hermita Shinto, y dijo a sus hombres: "Después de visitar el altar, lanzaré una moneda. Si sale cara, ganaremos. Si sale cruz, perderemos. El destino nos tiene en su mano."
Nobunaga entró al altar y ofreció una silenciosa plegaria. Después salió y lanzó una moneda al aire delante de sus hombres. Salió cara. Sus hombres tenian tantas ganas de luchar que ganaron la batalla fácilmente.
"Nadie puede cambiar el destino.", le dijo su ayudante después de la batalla.
"Desde luego que no.", dijo Nobunaga, mostrándole una moneda trucada, que tenia cara a ambos lados.


Buenas noches a tod@s.

 
Buenas noches brujillas e infernales.

Que pasa Infernal como estas cuanto tiempo sin asomar la cabeza.jajjaa

Abuelita muy bonito, el gran guerrero.
 
Buenas noches..., quien vive ???
 
Hola chicas.

Ya un poco descansada de anoche.

Aquí os mando una copita de cava, una por cada copa.



COPAS_LUMINOSAS_CAVA.gif




gato196.jpg
 
Buenos dias brujillas, que tengais un bonito dia , y si salis de webcampada o de fin de semana que lo paseis muy bien, A las que se queden por el castillo, que lo paseis tambien muy bien.
 
Buenos días a todos, este find en casa, pero el próximo nos vamos Toni y yo el viernes hasta el martes a Peñíscola, Miriam hace fiesta y se queda en casa con el peque, a ella eso de ir de camping no le va mucho, es un camping con Spa, solitos que agustito!.
 
Yo este fin de semana me quedo a controlar la choza.

Besitos..





 
LAS VELAS DE UMIKO, HIJA DEL MAR



Hace mucho, mucho tiempo, vivía en el fondo del mar del Japón una sirena llamada Amara, la esposa del genio del mar. Amara solía subir a la superficie de las aguas y allí tenderse en alguna roca desde la que pudiera contemplar la ciudad, a lo lejos. Le gustaba especialmente hacer esto de noche, cuando las luces de la ciudad casi eclipsaban a las estrellas del cielo. Envidiaba a los habitantes de la ciudad que tenían siempre esa luz que no se encontraba en el fondo del mar, y que además podían sentir en sus rostros el viento, el sol, la nieve... cosas que a ella le estaban vetadas. Así, decidió que si ella tenía una hija, no le privaría de esas sensaciones que ella se había perdido.

Poco tiempo después, este pensamiento se hizo realidad, y la sirena Amara fue madre de una pequeña y hermosa criatura. Y con gran dolor de su corazón, pero sintiéndose a la vez satisfecha por brindarle esa oportunidad a su hija, la trasladó a una montaña que había cerca de la ciudad, en la que se alzaba un templo. Y allí la dejó, en las escalinatas del templo, besándola con uno de esos besos que sólo dan las sirenas y los seres mágicos, que crean un aura de protección. Abajo, en el pueblo, vivía un matrimonio que dedicaba su vida a la elaboración de velas que luego los peregrinos llevarían al templo. Como fuera que su pequeño negocio iba muy bien, decidieron ir ellos mismos al templo ese día a agradecerle a su dios los bienes que les había dado. Así, cogieron dos velas y se dirigieron hacia el templo, donde hicieron su ofrenda.

A la vuelta, cuál no sería su sorpresa cuando bajando por las escaleras, creyeron oír un llanto débil. Buscando el origen del sonido, no tardaron en encontrar a la pequeña recién nacida, y movidos por la compasión y la responsabilidad, la recogieron. Cuando le quitaron las mantillas que la envolvían, descubrieron asombrados que no era como las otras niñas: la mitad inferior de su cuerpo era como la cola de un pez, recubierto de escamas brillantes; era una sirena. Así pues, la llamaron Umiko, que quiere decir "la hija del mar".


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Pasó el tiempo, la niña creció y llegó a hacerse una mujer de extraordinaria belleza. Su piel era suave como el melocotón, tersa, y sus ojos despedían un fulgor único que recordaba al de las esmeraldas. Su cabello largo parecía ser amigo del viento, pues ambos jugueteaban constantemente, y en fin, Umiko despertaba pasiones entre todo el que la observaba. Ella, humilde, se sentía incómoda por el efecto que causaba en los otros, con lo que les pidió a sus padres adoptivos ser quien fabricara las velas que ellos venderían, porque así no tendría más contacto con los demás que el estrictamente necesario. Y así pasó ella a encargarse de esta tarea, añadiendo además a las velas que hacía hermosos dibujos de pájaros y flores y sobre todo, paisajes marinos que de algún modo le venían a la mente. El número de compradores aumentaba sin cesar y además se extendió el rumor de que esas velas eran eficaces talismanes si uno quería emprender un viaje en barco.

Un día apareció en la tienda un mercader que pidió ver a la creadora de las velas que compraba. Al ver a Umiko, pensó que sería un gran negocio exponerla al público y quiso comprársela al matrimonio. Al principio ellos se indignaron, pero tal fue la insistencia del mercader que al final se la vendieron por una fuerte suma de dinero. Cuando Umiko se enteró les suplicó que cambiasen de idea, pero de nada sirvieron sus lamentos; el trato estaba cerrado.


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Por la noche le pareció oír una voz que la llamaba, como si el mar repitiera su nombre, pero nada vio. Pasó la noche pintando su última vela. A la mañana siguiente había un carro preparado con barrotes para llevársela hasta el puerto, donde tomarían un barco que les llevaría al continente. Partieron, y en la casa quedó el matrimonio intranquilo, presintiendo que habían actuado mal y que ahora un peligro se cernía sobre ellos.

Llamaron a la puerta, abrieron y apareció una mujer vestida de blanco que quería comprar una vela. Dándole a elegir, ella escogió precisamente esa última vela que Umiko había pintado la noche anterior. Echándoles una última mirada, no sabría decir si rabiosa o despreciativa, pagó y se fue al templo, en cuya escalinata dejó la vela encendida.

La vela brilló con una luz inusualmente fuerte, inusualmente viva. Enseguida, una horrible tempestad empezó a azotar la costa. El barco en el que viajaban Umiko y el mercader intentó en vano volver al puerto, pero una enorme ola lo precipitó al fondo del mar. Mientras el barco se hundía, la última imagen que vio el mercader, que creyó estar delirando por la cercanía de la muerte, fue la de una mujer de blanco, con cola de pez, que se llevaba a Umiko de la mano. Era Amara rescatando a su hija.

Tras la tempestad, el pueblo quedó borrado del mapa, resistiendo sólo el templo y su escalinata. Y no hace mucho aún se vendían en algunos pueblos japoneses unas velas pintadas que recordaban mucho a las que pintara Umiko, la hija del mar, y que los marineros seguían encendiendo antes de emprender cada travesía...


Para que no perdamos el gusto por leer, mientras vuelve Manufer.
 
Precioso, precioso relato, abuelita.......... aunque no te debería de dirigir la palabra, jodía... que me escandalizas entera!!!!!! Qué comentarios a cuenta de mi stripper!!!! De ahora en adelante entraré con los ojos cerrados, por si acaso, jajajajajja

Sidra, supongo que este finde toca juerga!!!!!, como debe de ser

A las que nos quedamos.... pues también lo disfrutaremos.

Musutxus, voy a descansar un ratito antes de volver a salir con la bruji, que tiene ensayo.........
 
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