Viaje por Alsacia y ruta romantica

34 Alsacia Alsacia, la región más pequeña de Francia, vive a caballo entre el coloso montañoso de los Vosgos y la Selva Negra. Este pequeño “País” ha sido disputa constante entre Francia y Alemania durante siglos, millones de personas dejaron su vida luchando por poseerla. Alsacia fue una de las causas de las grandes guerras mundiales, y según los resultados de éstas pasó de manos alemanas a francesas y viceversa en bastantes ocasiones. En 1870 Prusia derrotó a Francia y le arrebató Alsacia; en 1918, Francia, con la ayuda de los ingleses, rusos y norteamericanos, derrotó a Alemania y recuperó Alsacia de nuevo, pero Hitler volvió a incorporarla a Alemania durante la Segunda Guerra Mundial aunque pasada ésta, el país germano tuvo que devolverla en 1945. Lo cierto es que la reconquista alemana con los nazis, representó un duro paso hacia la germanización y la nazificación del pueblo alsaciano, cuyos hijos se vieron obligados a militar en las filas del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. En el drama de la Villa de Oradour-sur-Glane hay un claro ejemplo de ello. Todo un galimatías de posesiones teniendo en cuenta que en el transcurso de un siglo los alsacianos han pasado de ser franceses a alemanes en dos ocasiones y otras dos veces han pasado de ser alemanes a franceses… una locura, vamos. De hecho cuando se visita Alsacia uno se pregunta si está realmente en Francia o por el contrario está en suelo alemán. El triculturalismo y trilingüismo franco-germano-alsaciano con el que cuentan los alsacianos también es para volverse loco. Siendo el idioma oficial el francés, casi todos hablan alemán y, normalmente, entre ellos se expresan en alsaciano (un dialecto germánico); esta mezcla de idiomas ha creado muchos problemas a sus habitantes ya que hubo épocas en la que pocos eran los maestros que hablaban alemán, y muchos los niños que no entendían el francés… Aun así, y siendo difícil para un extranjero concretar el verdadero perfil de los alsacianos, es excelente y admirable la riqueza lingüística y cultural que tiene esta región francesa, aunque eso sí, de marcado carácter germánico. Los paisajes y los pueblos alsacianos también tienen un marcado color alemán. Su paisaje es casi la prolongación cultural de la selva negra y sus pequeñas aldeas y ciudades recuerdan los cuentos alemanes de los hermanos Grimm que de pequeños tanto leíamos, al menos yo. Alsacia es hermosa y enamoradiza como una estampa romántica gracias a su diversidad paisajística: para no olvidar es el barrio de “La petite France” y las fortificaciones medievales de Estrasburgo, las balconadas floridas de Obernai, Colmar ó Kaysersberg, el pueblo de Eguisheim, edificado sobre tres calles concéntricas repletas de hermosas casas, los nidos de cigüeñas en el tejado de muchas iglesias, los paisajes vinícolas y quizás, la mejor gastronomía de toda Francia según los entendidos. Hoy día, en pleno siglo XXI, Alsacia nos ofrece un curioso contraste. Por un lado, parece anclada en su brillante historia con pasado medieval, como lo prueban los coquetos pueblos que hemos visitado y por los que parece que el tiempo no pase, y por otro, se ha propuesto ser el referente político de la Europa actual, al albergar en Estrasburgo, la sede del Parlamento Europeo. Todo un contraste. En este viaje hemos tenido la oportunidad de visitar esta región, y sin lugar a dudas, volveremos algún día para poder completar una visita que se ha quedado incompleta por falta de tiempo. Deseamos que a nuestro regreso la sensación que percibamos sea la misma que ahora. Nosotros siempre mantendremos el deseo de que se conserve muchos años como la hemos visto en esta ocasión: acogedora, bella, cautivadora, coqueta, evocadora... No dudamos que así nos esperará para la próxima vez.

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