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Después de darnos una reparadora ducha, nos vamos caminando hasta las cercanías del Mont Saint-
Michel. Ayer por la mañana, cuando salíamos del parking, vimos unas curiosas ovejas pastando en los
extensos campos de hierba que hay a ambos lados de la carretera. La curiosidad estriba en la rareza
del color de su pelaje… Bueno, a fuerza de ser sinceros, os diremos la verdad. Lo que queremos es
hacernos una fotografía junto a ellas para mandarla a un periódico local de Aranjuez con el Mont Saint-
Michel de fondo. Es algo típico que cuando se viaja se mande una fotografía de algún lugar que se
visite para que luego te la publiquen y vean tus colegas que no es mentira lo que les has contado.
Cosas que tenemos los de Aranjuez. En fin, todo un espectáculo. Dicho y hecho. Trípode en mano,
cámara en el cuello y… a por las ovejas. Debe ser que están acostumbradas al trajín turístico porque
los 10’ que hemos tardado en hacer las fotos casi no se han movido. Por momentos hemos pensado
que eran de cartón piedra y que formaban parte del decorado. La situación tiene guasa pero ha
merecido la pena. Hemos visto el Mont Saint-Michel desde otra perspectiva.
Curioseando por ahí hemos descubierto que esta raza de ovejas, de pelo castaño oscuro y con las
patas y la cabeza negras, se alimentan de las hierbas saladas que crecen en estas verdes campiñas
cerca del monte. Dicen los entendidos en gastronomía que esto hace que su carne tenga un gusto
exquisito. La próxima vez que volvamos lo comprobaremos, eso si, ya sin fotos.
Un pequeño paseo hasta el camping para comernos unos bocatas y a las 13:30 salimos dirección
Dinan. Nos separan 56 Km. de esta ciudad medieval.
