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Ya la lluvia no descansa y el tiempo empeora aún mucho más. Cuando
pasamos por la preciosa aldea de Reine no podemos casi ni sacar la cabeza de la auto;
aún así el pueblo es precioso y nos da muchísima pena no poder pasearlo. Nos llegamos
al embarcadero para comprobar a qué hora sale el barco Mosquenes – Bodo y resulta
que el último está a punto de embarcar ... discusión familiar! Yo quiero quedarme para
visitar A y llegar a ver los pueblos que nos quedan pero Antonio no piensa así; son las 9
y media, el tiempo está fatal y ver, lo que se dice ver, no vamos a poder ver mucho con
esta lluvia; también es verdad que no sabemos cómo iremos de tiempo en lo que nos
queda de viaje y hemos tenido la suerte de estar aquí, así que ... me subo a ese barco
haciéndole prometer que este viaje tenemos que repetirlo!!! Me consuela todo lo que he
visto pero me entristece un poco marcharme ... quisiera empaparme de estas islas y sus
gentes, descubrirlas poco a poco.
El barco está muy bien y la travesía, aunque un poco movidita, resulta
reparadora ya que dura tres horas y media y nos da tiempo a descansar e incluso, en mi
caso, echar una cabezadita. Sueño con playas de arena blanca, casitas de colores,
puertos pesqueros y el mar... También cenamos perritos y helados con lo que las niñas
están encantadas ya que, para más perfección, el barco cuenta con zona de juegos
infantiles. Llegamos al puerto de Bodo a las 12,40 de la noche.
Siento que empieza el regreso, mi verdadero punto de regreso. Durante mucho
tiempo albergué la esperanza de conocer estas Islas y ahora, mi corazón, sueña con
volver a ellas algún día ... Soñar es gratis y enriquecedor!
Dormimos en un parking, cansados pero satisfechos.
17º día. 25 de junio de 2006
Salimos dirección a Saltstraumen sin prisas porque nos entretenemos en
asearnos y tomar un buen desayuno. Dirección Fauske, por la 80, vemos la indicación al
famoso remolino y tomamos la carretera 17. Llegamos a la zona para autocaravanas y
aparcamos sin problemas. Bajamos por un senderito que nos conduce a una zona de
rocas junto al mar donde vamos a hacer nuestro primer intento de pesca. Antonio no
está muy convencido del sitio pero las niñas insisten y él inicia los preparativos. Yo me
siento para contemplar los pequeños remolinos que forma la marea. Hay varios barcos
pescando y conforme van pasando los minutos veo cómo el más grande -no mucho más
que los otros, un barco pesquero particular- se deja arrastrar por la corriente o eso
supongo por sus movimientos circulares alrededor de los remolinos que están creciendo.
Estamos presenciando el cambio de la marea; no sé si en todo su esplendor pero, a
nuestros ojos, no deja desperdicio. Como imagináis, no pescamos nada de nada. La
verdad es que tenemos dudas sobre la carná que hemos comprado ya que había varias
pero todo estaba en noruego y cogimos la primera que nos pareció. En fin... excusas!
A mediodía salimos del área y cogemos la 80 dirección Fauske. Almorzamos
con el Saltfjorden a los pies, en una zona junto a la carretera.
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