En el Urrobi estuve también yo un día hace un par de años, y me pareció una pasada: vaya praderas de césped, y parcelas grandes, y poca gente, y tranquilidad... Eso sí, el recepcionista, un borde: debimos llegar sobre la 8 de la tarde, y me suelta un: "vaya horas, ¿no?" (y no es que hubiéramos...