Torre de Loizaga
La mayor muestra de Rolls-Royce
La Torre de Loizaga constituye una excepción dentro de los museos encartados puesto que, a diferencia del resto, no guarda conexión alguna con el pasado de la comarca vizcaína. Por el contrario, tiene relación con un mundo muy alejado del campo y el silencio: el motor. Y en su versión más lujosa. Lo que este histórico inmueble alberga tras sus muros es una impresionante y amplia colección de Rolls-Royce, cuyo valor es difícil de imaginar.
De planta rectangular y remate almenado, esta fortaleza del siglo XIV custodia más de sesenta coches de todas las épocas, de los que cuarenta y dos corresponden a la legendaria marca británica. Repartidos en seis pabellones, la muestra recorre los últimos cien años de la historia del automóvil de lujo.
Una variopinta selección de modelos compite en las tres primeras salas por atraer la atención del visitante. En la primera se dan cita varios Fiat, Renault y Cadillac de principios del siglo XX; en la segunda sorprende el contraste de un camión de bomberos inglés de 1936 rodeado de una docena de deportivos Porsche, BMW, Mercedes, Lancia y Aston Martin; en la tercera, un Ferrari Testarrossa y un Lamborghini introducen al visitante en el mundo de los vehículos exclusivos.
Las tres estancias restantes acogen la colección de Rolls Royce: dieciséis modelos de las décadas de los 50, 60, 70 y 80; otros dieciséis fabricados en los años 20 y 30 –junto con un ‘Phantom IV’ de 1955, que perteneció al emir de Kuwait y del que sólo quedan 17 unidades en el mundo–; y, finalmente, nueve ‘Silver Ghost’ que rondan el siglo de vida. En definitiva, un homenaje al ‘glamour’ en el que el paisaje encartado aporta su granito de arena: no en vano, los altos montes y frondosos bosques que abrigan la Torre de Loizaga componen una de las más hermosas estampas de la región.
Salu2