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El Mont Saint-Michel
A las 17:40h llegamos al parking del Mont Saint-Michel. A la entrada nos cobran 8€ y como por ese
precio se puede pernoctar, decidimos quedarnos allí. No tiene vaciado, ni llenado, ni electricidad, pero
es un lugar perfecto para pasar una noche. El parking para autocaravanas es enorme, las hay por
todas partes aunque no está masificado. Hay sitio de sobra para poder aparcar cómodamente.
Casualmente lo hacemos junto a otras tres autocaravanas con matrícula española. Son tres familias de
Villafranca del Penedés que están apurando sus últimos días de vacaciones.
Una vez “posicionados”, decidimos hacer una pequeña toma de contacto con la Abadía. Está lloviendo
y hace frió pero nos arriesgamos. Pertrechados con paraguas y abrigos nos vamos a ver “La
Maravilla”. Como tenemos pensado hacer la visita extensa mañana a primera hora, damos un corto y
rápido paseo a través de la única calle de la población, una estrecha calle que rodea el monte a la vez
que asciende con una cuesta muy empinada flanqueada por casas medievales. “La Grand-Rue”, que
es como se le llama a esta calle, está repleta de cafés, restaurantes, hoteles, tiendas de souvenir,
creperías y algún que otro museo. La ventaja de ver el Mont Saint-Michel lloviendo y a estas horas, es
que está prácticamente vacío, cosa inusual. Sólo los restaurantes y las tiendas dan la sensación de ser
un lugar habitado. Hechas las compras de rigor, entre las que se incluyen unas exquisitas galletas
bretonas y algún que otro recuerdo para evitar las aglomeraciones de mañana, volvemos a la
autocaravana ilusionados con lo que mañana nos espera.
De camino a la autocaravana, para de llover. Está oscureciendo y la imagen que nos muestra el
famoso monumento es de impresión. Cogemos el trípode y la cámara y buscamos un lugar para poder
hacer fotos con tranquilidad. Durante una hora la lluvia nos respeta y conseguimos hacer varias
fotografías de este mágico lugar. Sólo el viento nos estropea de vez en cuando nuestro “trabajo”. A las
21:30h damos por finalizada la sesión fotográfica y nos vamos a cenar. El termómetro marca 8º y
comienza a llover de nuevo.
Decidimos no poner los oscurecedores en las ventanas durante la cena y la imagen que tenemos
desde nuestra autocaravana con las vistas del Mont Saint-Michel iluminado como telón de fondo es
sencillamente inolvidable.
Extasiados por la impresionante belleza del lugar en el que nos encontramos, nos acostamos tan
pronto como terminamos de cenar. Mañana nos espera un gran día.
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