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El acceso al monumento lo realizamos por la porte de l’Avancée, la cual da paso a un patio donde a la
izquierda se encuentra la Oficina de Turismo. El edificio que hoy alberga la Oficina de Información
acogía en su día al Cuerpo de Guardia de los Burgueses. A continuación está la porte del Boulevard y
la última puerta antes de llegar a la Grand Rue es la porte du Roi, la cual está provista de un puente
levadizo. Al contrario de lo que anoche pasaba, hoy es casi imposible moverse ya que está abarrotado
de gente, de hecho se hace casi imposible caminar por su estrecha y empinada calle principal.
Atravesando una de las múltiples tiendas de souvenir, salimos a la muralla donde hay menos gente y
se hace más fácil caminar. Subiendo por unos agotadores e interminables escalones llegamos al pie
de la gran escalera "du Grand Degré", majestuoso preludio de la Abadía. Por desgracia hay una fila
larguísima para poder entrar y como la paciencia no es una de nuestras virtudes, y el sol aprieta sin
compasión, optamos por continuar visitando el resto del monte ya que nos dicen que la cosa se
dilatará más de una hora.
