Como todos los días nos levantamos prontito (el panadero pasaba por el camping
para las 8) y para las 9 ya
estábamos en la estación del tren
de Montevers. ¡Qué diferencia
con el día anterior, en la cola del
Aguille! ¡casi no hay gente!
Esperamos un cuarto de hora y
nos subimos al tren.
Al hacerlo, para poder
disfrutar del paisaje, colocaros
en el lado izquierdo según el
sentido de la marcha (dirección Montevers) ya que en el lado derecho solo se ve la
pared.
Como llegamos pronto, el teleférico aun no funcionaba por lo que decidimos
bajar a la gruta de hielo andando: un bonito y fácil paseo de una media hora al alcance
de cualquiera, subir ya sería otra cosa. Al llegar nos metemos dentro del glaciar que
impresiona de verdad, todo de hielo, parece mentira y aunque esté un poco
“turistizado”merece la pena de verdad.
En la parte exterior se ven las entradas
de los años anteriores, demostración
palpable de que el glaciar se mueve.
Tras la visita cogemos el
teleférico que nos lleva a la estación
superior del tren. Repuestas las fuerzas
en el bar (el café vienés era
milagrosamente bueno) cogemos el
tren de vuelta, sentándonos ahora en el
lado derecho para ver el paisaje.
Al llegar a Chamonix cogemos
el coche tomando la dirección
Argentière para subir a los teleféricos
que suben hasta la aguja del Montets
sin colas, casi sin gente y con unos paisajes de alta montaña muy parecidos a los del
Midi pero casi sin gente, nos gustó mucho (si en teleférico del Midi íbamos unas 60