La carretera siempre ofrece buena compañía visual y pasa por muchos pueblos
bonitos que te hacen placentero el camino. El día es muy caluroso. Paramos a desayunar
en una zona de descanso y aprovechando el buen tiempo ocupamos una de las muchas
mesas de madera. Vemos a familias disfrutando del buen clima y tomando el sol,
incluso hay valientes bañándose en el mar.
Tras pagar 20 coronas a la entrada, llegamos a Oslo a mediodía y aparcamos en
la calle de enfrente al Parque Vigeland, visita por la que realmente hacemos parada en la
capital. Almorzamos con las ventanas abiertas -dado el calor reinante-. Tras la siesta y
el descanso oportunos, nos vamos a disfrutar del Parque y de sus hermosas esculturas
que tantas ganas tengo de ver. Como siempre, sólo me queda recomendaros su visita
porque es una delicia pasear por él. Las esculturas están muy bien colocadas para
hacerlas aún más hermosas y el entorno es una auténtica maravilla. Tres horas pasamos
en el Parque, disfrutando de la hermosa vista y de su tupido césped; las niñas juegan y
merendamos tranquilamente nuestros bocadillos y magdalenas. Me pido un lugar así en
mi pueblo!
Oslo no lo teníamos contemplado como visita en el plan de ruta porque como
capital no nos llamaba la atención, así que sólo paseamos por ella con la auto y vimos la
bulliciosa y comercial calle Karl Johan Gate. Puede que haya sido un error pero
realmente no lo vimos como tal, sintiéndonos confirmados en nuestra decisión al
recorrerla en auto. Lo que sí me hubiera gustado es visitar su Museo al aire libre pero
será en la próxima ocasión.
Saliendo de Oslo, pagamos otras 20 coronas y después, por la carretera, otras 17
coronas. Para gastar las coronas que nos quedan, llenamos el depósito antes de pisar
Suecia. Dormimos a las afueras de Stromstad.