Pollfoss, de madera oscura y ventanas y puertas blancas. Los rápidos del río que tanto
nos gustan, van a descansar a un lago de aguas mansas con un color verde precioso. El
lugar parece estar despoblado y las pocas casas que vemos están muy alejadas las unas
de las otras. Hacemos una parada para ver de cerca una iglesia de planta octogonal que
encontramos en el camino. Tiene un portón precioso con una cerradura antigua que
señala 1863 y una llave dorada gigantesca. Como es habitual, la iglesia está rodeada de
lápidas y una de ellas es especialmente bonita, de madera ricamente tallada.
A partir de aquí encontramos varias iglesias de madera pequeñas pero nuestra
próxima parada será Lom. Aparcamos junto al recinto de Lom y, aunque no podemos
ver su interior porque está cerrada, la estudiamos con detenimiento desde fuera. Está
magníficamente tallada y sus cabezas de dragón crean esbeltos perfiles. Me encanta!
Paseamos por el puente de madera que cruza el río de la ciudad fijándonos en cómo está
formado a partir sólo de troncos de madera unidos y creando triángulos. Resulta muy
romántico con la estampa de todas las casas del pueblo.
La carretera sigue siendo buena y el paisaje aún mejor: bosques a ambos lados,
ríos y cimas cubiertas de nieve. Cuando las montañas no lo cubren, vemos el sol brillar
en el cielo limpio y celeste. Son las 21,15 h. y hoy está siendo un día muy hermoso. Las
casas mantienen ese tono oscuro del que hablé antes y resultan muy llamativas con sus
ventanas y portones rojas o blancas. Como en toda Escandinavia, no hay rejas en las y
podemos ver sus cálidos interiores con delicadas cortinas de tul o encaje. Las
iluminaciones son tenues y todo parece estar pensado para gustar desde el exterior. La
carretera sube hasta los 1500 m. y esto hace que el paisaje cambie; la tierra es árida y
está todo nevado. La luz del sol crea bonitos contrastes cromáticos con tonos
anaranjados. Por lo que estoy viendo, diría que la 55 es un popurrí de este país, como
una pequeña Noruega concentrada en este tramo, pasando por fiordos, mar, bosques,
montañas nevadas y pequeñas aldeas con todo el encanto que ya conocemos. Una
maravilla que sólo ella merece ya un viaje hasta aquí.
Nos quedamos a dormir en una zona de descanso rodeados de montaña rasa y
algo de nieve. Es la una de la madrugada y aunque no es de noche, sí empezamos a
notar menos luz solar.
22º día. 30 de junio de 2006
Antonio se despierta temprano pero yo, literalmente, tengo que descoserme de la
cama. Esto de no tener noche ya está haciendo mella en mi. La carretera 55 no deja de
sorprendernos por su diversidad y hemos pasado de dormir a 1300 m. de altitud,
rodeados de un valle nevado, a desayunar con una plácida y hermosa vista del mar en un
embarcadero.