

El camping está lleno de caravanas, autocaravanas, campers, tiendas de campaña;
gente arriba y abajo cargada con flotadores, tablas de padel-surf y canoas hinchables,
el supermercado abierto y el bar a tope. El lago Bled lleno de gente bañándose, el
parque infantil con niños jugando... Vaya, como debe ser un gran camping en pleno
verano. Parece mentira que echara de menos esa sensación…
A pesar de haber solicitado una parcela cerca del parque infantil cuando hicimos la
reserva hace meses, se han pasado la solicitud por donde la espalda pierde su
nombre. Pero el camping es una maravilla. En plena naturaleza y pegado al lago
Bled, donde nos bañamos tantas veces como queremos en una pequeña playa justo
delante de la puerta de entrada. Todo un lujo.
El lago Bled, en la puerta del camping. Sí, el campanario que se observa al fondo es el de la
iglesia de la isla de Bled, una de las imágenes icónicas de Eslovenia.
Tras colocar la caravana en su sitio, nos ponemos el bañador y nos damos un
chapuzón en el lago. A continuación cogemos las bicis y vamos a dar un par de
vueltas al camino que bordea el lago. Son unos 6 km aproximadamente, por caminos
asfaltados y llanos. Hay tramos en los que debemos circular con cuidado y tocando el
timbre de la bici frecuentemente, ya que el recorrido está lleno de paseantes,
excursionistas, runners y ciclistas. Todos los rincones donde es posible bañarse están
llenos de gente.
De vuelta al camping, me tomo una fresca cerveza autóctona
Laško
en un chiringuito
al lado de las camas elásticas, al tiempo que vigilo a mi hijo y le veo disfrutar y saltar