

Llegamos al camping algo más tarde de lo previsto. En un cruce nos equivocamos,
y nos metimos en una mini carretera muy estrecha, que no tenía pinta de llevarnos
a donde queríamos. Una vez advertimos el lamentable descuido, continuamos
hasta el primer sitio donde nos fuese posible dar la vuelta, temiendo no
encontrarlo. Cruzarnos con otro vehículo también podía ser problemático. La
verdad es que pasamos un rato algo acojon... acongojados. Afortunadamente,
encontramos donde maniobrar, dar media vuelta y regresar al buen camino.
Finalmente llegamos a
Les Alouettes
, en las afueras de Cognac-la-Foret. Es un
pequeño camping rural, en una zona de campos y bosque, obviamente un lugar
muy tranquilo. Caminos de grava, y parcelas de tierra y hierba con setos y árboles.
Cuidado y limpio. Hay parcelas de sobras —septiembre avanza y no perdona— y
podemos escoger la que más nos guste. Los campistas que hay son casi todos
holandeses, cosa que me sorprende. El señor del camping nos acompaña a ver las
parcelas libres. También hasta los bloques de servicios, y nos los muestra. Son
nuevos y están impecables. Desde luego, la atención al cliente fue insuperable. No
pudimos disfrutar demasiado del camping. Desenganchamos la caravana y nos
fuimos a Oradour-sur-Glane. Al atardecer regresamos, con el tiempo justo para
darnos una ducha y cenar.
Camping Les Alouettes, en Cognac-la-Foret.