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Isla de Olerón. Verano 2011. Belén Coya
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- Teníamos la ventaja de ser los únicos españoles por lo que teníamos claro que
cualquier problema en el parque con los niños por ejemplo sabrían localizarnos.
También porque éramos los únicos que íbamos a la playa a su hora de comer (las 12h),
fregábamos casi cuando ellos preparaban la cena…vamos que no podemos decir si
había una buena proporción de fregaderos pues nosotros siempre estábamos solos
fregando y obviamente nunca podíamos fregar después de cenar pues casi siempre
cenábamos en hora de silencio.
Puntos diferentes:
- No había bar. No es que no podamos vivir sin un bar en el camping es que después de
cenar, sin poder fregar, te das un paseo por el camping (que se acaba) y cuando ya no se
oye una mosca y ya llevas un rato en la tumbona charlando (no llevamos tele de
camping) y con poca luz pues es la única luz de los alrededores y tienes la sensación de
que molestas, miras el reloj y quizás sean ya las 11.30 de la noche así que ¡buff, que
tarde!. Los campings en Francia son ideales para una buena cura de sueño.
- Son educados. Saben hablar bajo y aunque se levanten a las 7 de la mañana y tengan
niños pequeños no dan voces como los españoles (en general es así aunque lo
neguemos).
Por mucho que quisieses dormir por la mañana realmente te despertabas ya que a las 10
de la mañana ya llevabas durmiendo 10 horas si conseguiste no dormirte antes de las 12
pues el propio entorno hace que te parezca tardísimo. Hay que pensar que no hay
televisiones a alto volumen ni gente en grupos de charla y mucho menos pegando voces
y por supuesto no hay niños jugando en la calle ni andando en bici a esas horas que es lo
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