es espectacular y en él, los que se atreven, tienen la posibilidad de hacer
puenting, con video y fotos de recuerdo, ante la atenta mirada de quienes como nosotros
nos conformamos con curiosear.
Llegamos a Gavarnie hacia las dos. Parecía que medio Francia había decidido ir
a ver el circo ese día. Tuvimos que aparcar como pudimos carretera arriba a unos dos
km del pueblo. Comimos allí mismo acompañando los bocadillos con un riojita para
que nos diera fuerzas para la caminata.
Hacía un calor feroz cuando tomamos un sendero que nos llevaría al circo. El
sendero estaba bastante concurrido pero no tanto como la pista oficial, la que pasa por el
pueblo, en la que había más gente que en mi pueblo en fiestas, y no me extraña, ya que
el circo situado delante nuestro era verdaderamente impresionante.
Andando y andando (alrededor de una hora) llegamos a una bonita pradera, que
aprovechamos para descansar y sacar unas fotos. por la pradera discurría un riachuelo
en el que nos mojamos los pies. Hasta aquí la excursión había sido muy placentera, pero
nos quedaba el remate: media hora de potente cuesta que nos dejó bastante cansados.
Para celebrar nuestra llegada tomamos un cervezón en la cantina del circo.
La vuelta la hicimos por la pista oficial. En algo más de una hora llegamos al
pueblo de Gavarnie. ¡Cómo estarían nuestras mujeres de cansadas que no quisieron ni
pararse en las tiendas!. Como buenos caballeros fuimos a por el coche mientras nuestras
mujeres esperaban sentadas. Al llegar al cámping una buena ducha nos devolvió a
nestro ser.