El “pueblo más bello de España” para algunos, es como un museo a cielo abierto,
        
        
          que refleja con exactitud una villa noble y ganadera de la Cantabria medieval.
        
        
          Santillana es una localidad fácil de abarcar, sus casonas nobles, sus palacios
        
        
          barrocos y sus balcones de madera llenos de geranios se abren a dos calles, la del
        
        
          Cantón y la de Juan Infante, y dos plazas, la de Ramón Pelayo y la de la Colegiata,
        
        
          centro cada una de ellas de los dos poderes: el nobiliario y el eclesiástico.
        
        
          La Colegiata es el elemento urbano más importante de Santillana. Nacida como
        
        
          capilla mozárabe (la Sancta Iuliana que dio nombre a la villa) evolucionó hasta
        
        
          convertirse en un típico monasterio románico. Entonces ganó su portada, adornada
        
        
          con un frontón con la imagen de Santa Juliana, y un claustro que destila sencillez y
        
        
          espiritualidad, a los que en el siglo XVII se añadió la logia con arcadas.