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libremente a tu alrededor, sin inmutarse de tu presencia -tú sí te sorprendes por la suya-
y, a la espalda, los impresionantes perfiles del Museo Vasa y el Museo Nórdico.
Mucha gente se reúne en este parque para celebrar cumpleaños, fiestas,
reuniones, etc. y a estas horas está concurrido sin llegar a ser bullicioso.
Entramos al Museo VASA y no puedo más que recomendaros su visita. No os lo
perdáis. A las niñas les encantó porque está muy enfocado para ellas, de manera
didáctica, llamativa y nada aburrida. Impresionante la visión del barco nada más entrar,
ocupando su zona centro. MAGNÍFICO! Si queréis hacer fotos -seguro que queréis- os
aconsejo que llevéis trípode.
Tomamos el bus de vuelta a T-Centralem y de ahí de nuevo el metro hasta
Hornstull, donde nos espera nuestra casita después de un agotador día de paseo. Como
sabéis, las ciudades dan para muchísimo y Estocolmo es una joya cuidada y mimada
que te ofrece infinitas posibilidades, pero para una visita de lo más interesante -a juzgar
por cada uno- nos bastamos con el mapa que sacamos de Internet y los planos que trae
la Guía del Trotamundos, así como el libro fotográfico de la ciudad que adquirimos en
el centro; casi siempre compro estos libros porque me encantan sus fotos y la breve pero
concisa información que te dan de la ruta turística a seguir.
Acabamos agotados y aunque nos resulta difícil acostarnos pronto -no antes de
las doce o la una- agradecemos el rato de charla dentro de casa.
8º día. 16 de junio de 2006
Para variar, el día amanece soleado y mucho más caluroso que ayer ¡estamos
teniendo mucha suerte con la lluvia! Esta noche ha sido movidita porque Sara se ha
despertado varias veces y al final, la pasamos a dormir con nosotros. A las 10,30 horas,
ya estábamos camino de la estación de metro, que nos llevaría a Skansen. No voy a
aburriros con datos que se pueden sacar perfectamente de Internet o de una guía pero os
puedo decir que el Parque merece una visita. Resulta muy entretenido para los niños y
enriquecedor para los adultos que vemos ante nuestros ojos las variadas construcciones
suecas a lo largo de las distintas épocas; también merece la pena porque se ven personas
realizando labores artesanales: la más llamativa para nosotros, el soplador de cristal.
El Parque, además, cuenta con un zoológico donde vemos osos, renos, focas y
todos los animales propios de las latitudes árticas. En su interior almorzamos
tranquilamente -cuidado con las gaviotas que se pelean por comer de las sobras y a
veces pueden resultar, sin broma alguna, un tanto agresivas- los bocadillos y nuggets
que traíamos de casa.
Volvemos a T-Centralem -nada más salir veréis el Tapas Bar Barcelona- para
continuar disfrutando de la ciudad y empaparnos bien de cada detalle. Así, visitamos
una tienda de brujas y duendes donde pudimos ver cómo la señora los fabrica de forma
totalmente artesanal; descubrimos callejones estrechísimos, fuentes y esculturas
curiosas y fachadas elegantes muy bien cuidadas. La calle sigue siendo bulliciosa a
cualquier hora y vemos a mimos, jóvenes haciendo globoflexia, fisioterapeutas que te
dan masajes en unas sillas que nunca había visto antes, pintores, cantantes, etc. Un no
parar de mirar de lado a lado. Pero lo mejor, para nosotros, es pasear esta ciudad y las
calles con más encanto, tras cruzar el puente. Ah, se me olvidaba deciros que Suecia nos
parece “El país del McDonalds” ya que encuentras uno de ellos en cualquier rincón y,
aunque soy andaluza, prometo que no exagero; ahí, queda el dato para los amantes de la
comida rápida.
Aunque hasta las 8 de la tarde no llegamos a la auto, decidimos hacer unos
cuantos kilómetros aprovechando que no estamos muy cansados, poniendo rumbo a
Finlandia.
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