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Día 4: llegada a Amsterdam
Bienvenidos a “Dique de Amstel”. Eso es lo que significa Amsterdam, una fantástica
ciudad regada por el río Amstel que no os dejará indiferentes. Amsterdam es una ciudad
viva, dinámica, tolerante, tranquila. Qué más, qué más… Ah, por supuesto, ecológica.
Es también llamada la Venecia del Norte, por sus canales y sus puentes que conectan
los semicírculos en que está distribuida la ciudad entre sí.
Para aquellos que hayan estado en Venecia y digan que huele a desagüe (algo en lo
que no estamos de acuerdo), decir que Amsterdam, a pesar de sus canales, no huele mal.
Si no, ¿cómo podría vivir la gente que lo hace en barcas ancladas en los canales?
Creednos, hasta para eso son listos los holandeses. El agua se va renovando para evitar su
estancamiento.
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Esta ciudad es la capital constitucional de los Países Bajos.
Se dice que fue fundada por unos pescadores que llegaron al estuario del río Amstel
en una barquita junto a un perro.
Vereis que en su escudo hay 3 cruces: las cruces de San Andrés, en honor al apóstol
Andrés, que fue martirizado en una cruz con forma de "X". Hay historiadores que creen
que las cruces representan los tres peligros que más afectaron a Ámsterdam: inundación,
incendio y la peste negra.
Y hay que decir que son muy patriotas, sí señor. “Arriba Amsterdam. Ar!”
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