Pues... iba a decir que a mí conducir en sí no es algo que me guste... pero a lo mejor resulta que me gusta más de lo que creo.
En principio, para mí conducir es más un medio que un fin. Pero no me molesta, no me importa. No me molesta en absoluto hacerme miles de kilómetros en unas vacaciones. O unos cientos en un fin de semana. Así que supongo que algo me debe gustar, o al menos, no molestar.
Lo que no me gusta es conducir al trabajo por las mañanas. Si me como un atasco (es decir, siempre) aún menos, pero aún sin atasco, me parece más un engorro que un rato agradable. De hecho, cuando mi empresa ha estado en un sitio bien comunicado en metro, he preferido ir en metro.
En cambio, me encanta hacer rutas en coche en las vacaciones y pararme donde quiero o desviarme donde quiero. De lo que no disfruto mucho es del paisaje, y me sorprende que algunos lo hagáis: al contrario, muchas veces me da rabia ir conduciendo por un paisaje chulo porque me pierdo más de la mitad por ir pendiente de la carretera. Sólo disfruto del paisaje los escasos ratos que conduce mi mujer (pero como sólo lo hace, porque la obligo, en los viajes largos, suele ser por autovía y no hay nada que ver).
Sólo hay una situación en la que me gusta conducir: por pistas en mal estado. ¿Por qué? Pues porque supongo que son como un reto. Por supuesto, mucho mejor si las pistas van por sitios chulos, pero es la única ocasión en que la conducción en sí misma me resulta muy entretenida. Mi mujer, que lo lleva fatal (en cuanto el terreno se pone difícil le entran los nervios), me lo dice: "es llegar a lo malo, y ya se te pone la sonrisa". Pues sí, no lo puedo evitar...
