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Martes 15/08/17

: Son las 7:25 temperatura interior 19º, exterior 16º. Desayunamos fuera mientras

vemos como las dos familias van recogiendo los bártulos, por suerte los “ocupas” de la sala del

fregadero se marchan con sus cepillos de dientes y su mala educación a otra parte. Salimos

dirección Mauthausen a las 8:15 con 18º, las previsiones para hoy dan más calor que ayer.

Recorremos los pocos km. de la carretera que serpentea entre pequeños prados, granjas y campos

de maíz hasta llegar a la autopista. Cruzamos el Danubio y no es azul como dijo Strauss (quizás

en aquella época lo era, pero ahora con la contaminación…). Por el camino llenamos el depósito a

1,008€/litro, (precios de España). Llegamos a Mauthausen y el parking es gratis, no sabemos si es

solo hoy porqué es fiesta o siempre lo es. Vamos a la oficina de recepción donde nos dan tres

mapas en castellano y declinamos las audio guías. A diferencia del año pasado en Auschwitz que

había muchísima gente, aquí somos muy pocos los visitantes. Este campo es estéticamente

diferente a los que hemos visitado anteriormente. No voy a hacer comparaciones ni a explicar

historias de atrocidades aquí ocurridas. Entramos en diversos barracones, recorremos el memorial

y bajamos a la cantera por los 186 peldaños de su, por desgracia, famosa escalera de la muerte.

Mauthausen

Una vez finalizada la visita nos marchamos a Steyr, pequeña ciudad de glorioso pasado que fue

rival de Viena. Se encuentra al pie de una colina en la confluencia de los ríos Enns y Steyr.

Paseamos por la ciudad vieja que consta de una calle en forma de “Y” donde se hallan importantes

edificios bellamente decorados. Al ser día festivo no hay mucho ambiente, de hecho, buscamos

restaurante para comer y los pocos que hay abiertos, están llenos o tienen las mesas al sol (ya

hace calor) y en su interior no hay aire acondicionado. Lo que si abunda son los cafés y heladerías.

Buscamos una alternativa que no es que nos apetezca, pero siempre nos saca de un apuro. Un

McDonald’s, pero cuando llegamos, ¡sorpresa… en pleno mes de agosto está cerrado! Decidimos

volver al camping, pero por el camino vemos una pizzería con mesas debajo de unas grandes

sombrillas y decidimos quedarnos. Ariadna pide pizza 4 quesos, Xavi spaghetti picantes y yo un

plato combinado griego con txatziqui, saganaki y ensalada. Mientras comemos, las avispas no

dejan de molestar, incluso el camarero ha dejado un vaso con algún líquido dulce en una mesa

contigua para que vayan hacia allí, pero hay tantas que algunas se acercan a husmear nuestra

comida. Con las barrigas llenas nos vamos al camping, queremos hacer tarde de “domingo”, o sea,

nada. Como hace calor ponemos en marcha el nuevo aire acondicionado de la caravana. Uno hace

la siesta, otra lee o chatea con las amigas y yo me dedico a pasar este diario “en limpio”. Mientras,

han llegado un par de caravanas, parecen más silenciosos que los maleducados de los cepillos de

dientes… Poco a poco baja la temperatura y en el cielo aparecen algunas nubes justo donde se

pone el sol. Si no fuera por la cantidad de mini moscas, moscas y avispas que nos visitan,

estaríamos en la gloria. Yo por si acaso me he untado de repelente de mosquitos, pero parece que

o bien esos insectos les trae sin cuidado o llevan mascarilla… Cena, partida y a dormir