

Londres y el sur de Inglaterra
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La cúpula románica de la torre linterna, lanzada demasiado intrépidamente por encima de la
encrucijada del crucero, se hundirá en una fecha desconocida. Los trabajos de consolidación
realizados, hace una veintena de años, por los arquitectos de los Monumentos Históricos han
permitido un mejor conocimiento de esta parte del edificio, de sus vicisitudes y de sus
transformaciones. El debilitamiento de las trompas en los ángulos, destinadas a asegurar el paso del
cuadrado al octógono, sería el responsable del desastre. La cúpula fue levantada a lo largo de los
últimos decenios del siglo XV, utilizando, para su embovedamiento, las técnicas de la arquitectura
gótica. Un siglo más tarde, en 1568 exactamente, la iglesia abacial estuvo a punto de derrumbarse
después de un incendio provocado por los protestantes. Hizo falta encofrar y apuntalar las grandes
columnas del coro ya que habían reventado por el efecto de las llamas. Las torres de la fachada
fueron arrasadas, así como el campanario central. Este último tomó su aspecto actual tras ser
realzado con un piso y rematado con una aguja estructurada.
La intervención de Prosper Mérimée, inspector de los Monumentos Históricos, permite emprender, a
partir de 1837, la restauración de la iglesia abacial que permanecía en un estado de abandono
después de la Revolución. La larga memoria que envía al ministro le permite obtener la clasificación
del edificio, unido a una primera subvención. La restauración es confiada a Etienne Boissonnade, el
arquitecto del departamento, que emprende los trabajos más urgentes. En 1874, el ministerio de
Bellas Artes encomienda al arquitecto Jean Camille Formigé un proyecto completo de arreglo. La obra
entonces realizada es considerable: reconstitución de la columnata del coro, reconstrucción de las
bóvedas, etc. A partir de 1881 comienza el levantamiento de las dos torres de la fachada, seguido del
montaje de las pesadas pirámides de piedra que las coronan desde entonces.
Conques : La op i n i ón de Mi che l in
En un entorno de gran belleza en el que la naturaleza salvaje mantiene toda su pureza,
Conques se aferra a las escarpadas pendientes de las gargantas del Ouche. Sus sinuosas
callejas y sus bonitas casas antiguas sirven de marco a una magnífica iglesia románica –y
a sus fabulosos tesoros–, vestigio de una abadía que durante largo tiempo dio cobijo al
interminable reguero de peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela.
Luga res t u r í s t i cos Conques : Qué ver , qué hace r
Tesoro de Conques
El tesoro de Conques está constituido por extraordinarios objetos a través de los cuales se puede
reconstruir la historia de la orfebrería religiosa francesa, desde el s. IX hasta el s. XVI. Destaca en
particular la magnífica estatua relicario de santa Foy (s. X), realizada con placas de oro y plata sobre
madera. Está decorada con joyas, piedras preciosas y camafeos antiguos. Otra pieza de gran interés
es el relicario de Pepino (s. IX), hecho de madera cubierta con pan de oro y decorado con numerosas
piedras preciosas. La lista sería interminable.
Abadía de Sainte-Foy
La mayor parte de esta abadía data del
s. XII, como por ejemplo su excepcional
tímpano occidental que representa el
Juicio Final con al menos 124 personajes
esculpidos en piedra caliza amarilla.
Contémplelo si puede a la caída de la
tarde. Cuando lo haya visto, entre en la
iglesia. Con 22 m de altura, este
armonioso conjunto aparece bañado por
una hermosa luz que entra a raudales a
través de las vidrieras contemporáneas
de Pierre Soulages.