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Londres y el sur de Inglaterra

Página 157

La cúpula románica de la torre linterna, lanzada demasiado intrépidamente por encima de la

encrucijada del crucero, se hundirá en una fecha desconocida. Los trabajos de consolidación

realizados, hace una veintena de años, por los arquitectos de los Monumentos Históricos han

permitido un mejor conocimiento de esta parte del edificio, de sus vicisitudes y de sus

transformaciones. El debilitamiento de las trompas en los ángulos, destinadas a asegurar el paso del

cuadrado al octógono, sería el responsable del desastre. La cúpula fue levantada a lo largo de los

últimos decenios del siglo XV, utilizando, para su embovedamiento, las técnicas de la arquitectura

gótica. Un siglo más tarde, en 1568 exactamente, la iglesia abacial estuvo a punto de derrumbarse

después de un incendio provocado por los protestantes. Hizo falta encofrar y apuntalar las grandes

columnas del coro ya que habían reventado por el efecto de las llamas. Las torres de la fachada

fueron arrasadas, así como el campanario central. Este último tomó su aspecto actual tras ser

realzado con un piso y rematado con una aguja estructurada.

La intervención de Prosper Mérimée, inspector de los Monumentos Históricos, permite emprender, a

partir de 1837, la restauración de la iglesia abacial que permanecía en un estado de abandono

después de la Revolución. La larga memoria que envía al ministro le permite obtener la clasificación

del edificio, unido a una primera subvención. La restauración es confiada a Etienne Boissonnade, el

arquitecto del departamento, que emprende los trabajos más urgentes. En 1874, el ministerio de

Bellas Artes encomienda al arquitecto Jean Camille Formigé un proyecto completo de arreglo. La obra

entonces realizada es considerable: reconstitución de la columnata del coro, reconstrucción de las

bóvedas, etc. A partir de 1881 comienza el levantamiento de las dos torres de la fachada, seguido del

montaje de las pesadas pirámides de piedra que las coronan desde entonces.

Conques : La op i n i ón de Mi che l in

En un entorno de gran belleza en el que la naturaleza salvaje mantiene toda su pureza,

Conques se aferra a las escarpadas pendientes de las gargantas del Ouche. Sus sinuosas

callejas y sus bonitas casas antiguas sirven de marco a una magnífica iglesia románica –y

a sus fabulosos tesoros–, vestigio de una abadía que durante largo tiempo dio cobijo al

interminable reguero de peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela.

Luga res t u r í s t i cos Conques : Qué ver , qué hace r

Tesoro de Conques

El tesoro de Conques está constituido por extraordinarios objetos a través de los cuales se puede

reconstruir la historia de la orfebrería religiosa francesa, desde el s. IX hasta el s. XVI. Destaca en

particular la magnífica estatua relicario de santa Foy (s. X), realizada con placas de oro y plata sobre

madera. Está decorada con joyas, piedras preciosas y camafeos antiguos. Otra pieza de gran interés

es el relicario de Pepino (s. IX), hecho de madera cubierta con pan de oro y decorado con numerosas

piedras preciosas. La lista sería interminable.

Abadía de Sainte-Foy

La mayor parte de esta abadía data del

s. XII, como por ejemplo su excepcional

tímpano occidental que representa el

Juicio Final con al menos 124 personajes

esculpidos en piedra caliza amarilla.

Contémplelo si puede a la caída de la

tarde. Cuando lo haya visto, entre en la

iglesia. Con 22 m de altura, este

armonioso conjunto aparece bañado por

una hermosa luz que entra a raudales a

través de las vidrieras contemporáneas

de Pierre Soulages.