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Londres y el sur de Inglaterra

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ura concluye este triste cuadro. "Hoy, sufrir de hambre, vivir de castañas,

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ender las tierras y trabajar para otros: he aquí los recursos, he aquí la

s

ituación"

E

sta situación se agrava más durante el período revolucionario.

E

l decreto de la Asamblea Constituyente suprimiendo las

ó

rdenes religiosas en Francia es uno de los golpes más severos

p

ara el pueblo ya que provoca el cierre del monasterio y la

d

ispersión de los canónigos. El último de los abades de

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onques a la cabeza del capítulo, Francois-René de Adhéñar de

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anat, antiguo capellán de las princesas Henriette y Adélaide

de Francia, hijas de Louis XV, se retira a Rodez. La pérdida es

irreparable: los canónigos aseguraban los gastos de mantenimiento de la abadía, pero también los

del hospital de San Foy que acogía a los indigentes. Es al ayuntamiento, nuevamente elegido, a quien

incumbe a partir de ese momento soportar todos estos gastos, pero se encuentra incapaz de hacerles

frente por falta de medios financieros suficientes.

El siglo XIX ve acelerar la decadencia. Conques cae al nivel de un simple pueblo aunque con los

s

ervicios de un cabeza de comarca, lo que le asegura un mínimo de

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italidad económica.

B

ajo la monarquía de Julio, se produce un acontecimiento excepcional:

l

a venida, en 1837, del escritor Prosper Mérimée, con título de

i

nspector de Monumentos históricos, que llama la atención a las

a

utoridades gubernamentales sobre el estado de ruina de la abadía

r

ománica. Esta inspección, efectuada en el marco de su viaje a

Auvergne, es el origen del redescubrimiento, del estudio y de la

protección del patrimonio medieval. De aquí en adelante, este monumento señero de la arquitectura

occidental, clasificado con el título de Monumento Histórico, se beneficiará, con vistas a la

restauración, de una atención particular y de créditos públicos importantes. A esta toma de

conciencia colectiva por parte de los regímenes políticos sucesivos, se añade la de las autoridades

religiosas locales, sobre todo la figura emblemática del cardenal Bourret, obispo de la diócesis, que

favorecerá la llegada a Conques, en 1873, de una nueva comunidad eclesiástica perteneciente a la

orden de Prémontré, con el encargo de volver a dar vida al lugar, una vida espiritual, continuando con

la tradición de los peregrinos de Santa Foy.

Una historia tan rica, un patrimonio tan prestigioso, protegido, constantemente cuidado y revalorizado

desde hace ciento cincuenta años, hacen de Conques un gran lugar cultural de entre los más

visitados de Francia.

La fortificación

Desde sus orígenes o poco tiempo después, Conques se convierte en una ciudad cerrada,

probablemente una de las primeras del Rouergue. La construcción de la fortificación se remonta, en

efecto, a la época romana, como lo prueba la arquitectura de tres pórticos de la muralla aún

existentes. La Puerta de Hierro, un simple portillo, posee un dintel idéntico por

s

u forma al del portón sur de la abadía, mientras que las otras dos, las puertas

d

el Barry (o suburbio) y de la Vinzelle, con bóveda de cañón, se abren

e

xteriormente con un arco de medio punto rodeado de un arco de descarga. La

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uerta de Barry presenta todas las características de un edificio del siglo XI con

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us voluminosas bases soportando los arranques del arco de gres rojo.

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osteriormente, el recinto fue retocado o reforzado en varias ocasiones, en

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articular ante la amenaza de los peligros en los caminos durante la guerra de

l

os Cien Años. A pesar de ello, su trazado inicial (un rectángulo de 250 metros

p

or 150 más o menos, orientado noroeste/sureste) fue respetado, lo que