No os dáis cuenta que con vuestra actitud alimentáis el proceso...Me olvidaba de mis amigos nacional-sionistas...
¿ Cansado de que te niegue tu derecho a participar en el cirquense Butifarréndum? ¿ Amas a Cataluña a pesar de los nacional-sionistas? ¿ No te dejas impresionar por las lagrimas de cocodrilo de Junqueras?
Ahora TODOS podemos votar en tan pintoresca y esperpéntica consulta:
Rogamos participe en la 1ª encuesta popular sobre el butifarrèndum. |
Ciuatanejo, espero tu voto...
No os dáis cuenta que con vuestra actitud alimentáis el proceso...
Muerto el perro... Más de 3.300 personas han muerto a causa del virus del ébola en los últimos meses. Mujeres, hombres, niñas, niños. Familias enteras devastadas por la enfermedad. Más de 7.000 personas están infectadas o permanecen en observación ante el temor de un posible contagio. Mujeres, hombres, niños y niñas que están sufriendo en este mismo momento, temiendo por sus vidas cada minuto. Cientos de personas deciden arriesgar su vida por ayudar a esas miles de personas inocentes. Un drama con el que nos levantamos cada mañana y que se recrudece diariamente. Son muchas personas. Mucho sufrimiento. Y, de pronto, la prensa, las redes sociales, la calle se inundan de reacciones a la condena y posterior asesinato de un perro. Sí, un perro. Qué frivolidad. Qué despropósito. Qué sinrazón. O tal vez no. El asesinato de Excálibur –porque, sí, ha sido asesinato y no un caso de eutanasia, como eufemísticamente lo han llamado– representa mucho más que el haber puesto fin a la vida de un animal. Es, ante todo, una muestra de retraso moral y un ataque a los principios éticos más básicos. Un acto cruel que nos empobrece moralmente. Así de simple y así de triste. Kant, el gran representante del pensamiento ilustrado, situó a la razón y a la dignidad humanas en el centro de la teoría moralidad. Todos los seres humanos –y sólo nosotros– tenemos conciencia moral y poseemos una dignidad inviolable. Sólo nosotros, humanos, somos fines absolutos. Nunca medios. Como sí lo son, claro, los otros animales. Nosotros somos los que contamos, reyes supremos del universo, los únicos que merecemos respeto. Lo demás, todo y todos, no son más que nuestros instrumentos. Qué grandeza. Pero no vivimos en ese siglo XVIII. Por suerte. Estamos en el siglo XXI. Evolucionamos. La ciencia y la tecnología avanzan, el pensamiento cambia y la ética progresa. De hecho, ya Bentham, contemporáneo de Kant, planteó que lo que le otorga a un ser el derecho a la consideración moral no es la razón, sino su capacidad de sufrimiento. Esa capacidad para sufrir es lo que importa desde el punto de vista ético. Es la línea infranqueable. Porque no es una capacidad cualquiera ni tampoco está escogida sin fundamento. Evitar el dolor es un interés básico de todo ser sensible y la condición para todos los demás intereses. Y somos muchos, desde entonces, quienes hemos aceptado que así es. Porque, efectivamente, el sufrimiento es moralmente relevante. Pero no sólo el nuestro. Porque nadie puede poner en duda que no somos los únicos seres capaces de sufrir. Muchos otros animales –personas no humanas, como dice el filósofo Peter Singer– también lo hacen y ese hecho los convierte en pacientes morales. Y nos exige a nosotros, agentes, que los tengamos en cuenta. Hace ya mucho tiempo, pues, que la reflexión ética amplió el círculo de los que forman la comunidad moral, con argumentos contundentes y razonamientos sólidos, más allá del ser humano. Pero con ello no se nos deja de lado ni se nos resta importancia. Que nadie tema. Preocuparse por el perro asesinado no significa dejar de hacerlo por las personas afectadas por el virus. Es preocuparse, además, por el sufrimiento de un animal. Y eso no es una frivolidad. Es una cuestión de riqueza moral. Esta muerte representa, además, una brutal falta de respeto. Y no me refiero sólo hacia el perro, cuya vida ha sido considerada por el gobierno de la Comunidad de Madrid como insignificante, carente de valor e indigna de cualquier consideración. Es, también, una falta de respeto brutal hacia sus dueños, que hicieron una llamada desesperada desde su aislamiento para que no se cometiera tal crimen, de manera tan precipitada y despiadada, sobre alguien al que querían como a un miembro de la familia. Porque es así. Formaba parte de su familia. Pero eso ha dado igual. Y les han recordado, así, que el virus no es lo único que los mantiene impotentes. Es, además, una falta de respeto hacia todos aquellos que, desde nuestra humilde posición de pueblo llano e ignorante (porque así es como deben de vernos) intentamos hacer algo por impedir que esos arrogantes e inmorales gobernantes (porque así es como los vemos) actuaran como tales. Había alternativas, no una única solución. Pedir que se piense un poco más antes de actuar, que se escuchen otras voces, no parece pedir demasiado. Pero sí, para ellos, lo es. Total, sólo era un perro. Pero es un signo más de lo que somos para quienes gobiernan y de cuál es su nivel moral. Uno más que añadir a la larga lista de insultos que recibimos cada día. Nada nuevo. Así de simple y así de triste. Pero esto no acaba así ni aquí. Muerto el perro, empezó la rabia (que la ética nos acompañe). Si los paises ricos hacen algo para luchar por el ebola como Usa, es para evitar que pueda llegar esta peste a ellos, muere muchisima mas gente de hambre, de malaria o en diferentes guerras, pero si no nos puede afectar economicamente o llegar la epidemia, desgraciadamente no hacemos nada.Lo triste es que nadie, ni los que mataron al perro, ni los que no lo hubieran hecho, hicieron o van a hacer nada por salvar a la gente no-rica del ébola ¿que vais a hacer vosotros, a parte de indignaos?
Si los paises ricos hacen algo para luchar por el ebola como Usa, es para evitar que pueda llegar esta peste a ellos, muere muchisima mas gente de hambre, de malaria o en diferentes guerras, pero si no nos puede afectar economicamente o llegar la epidemia, desgraciadamente no hacemos nada.