Nos ha gustado. Me encantan los castillos que son fortalezas con función defensiva y este es así, lo
curioso es que sus moradores (la saga de los Mendoza…), se dedicaron a hacerle generación tras
generación, reformas que lo fueron convirtiendo más en palacio que en fortaleza por su delicada aunque
bastante sobria decoración. Añadieron por ejemplo una galería con arcos góticos en la última planta
mirando hacia el exterior y otra a modo de claustro de dos plantas con arcos rebajados y finos pilares en
su interior. Las torres tienen piedras en relieve a tresbolillo según dicen, en el más puro estilo isabelino,
tendré que estudiarlo porque no sé como es.
Total que en el mismo aparcamiento hemos almorzado en la caravana, sin demasiado calor porque corría
aire y después nos hemos ido al camping para disfrutar de la última parte de la tarde en la piscina.
María ha estado en la cama una hora y pico pero como ya se había dormido en el coche media hora, al final
ha dicho, -mamá ya está la siesta- y se ha levantado, pero ese tiempo ha permanecido ahí jugando y sin
moverse.
Eva encantada de que haya piscina, en este caso cinco, incluyendo una olímpica y otra con una isla en el
centro, pero como siempre, le ha parecido que hemos estado poco tiempo, ¡no se quieren salir del agua y
está helada!, acaban las dos con los labios morados y tiritera.